Foto multimedia: Faith Poliakova (Carlson Young)
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"-Ocurrió un año luego de tu partida. Unos rusos llegaron a la ciudad, y aunque teníamos nuestras dudas, pensamos que serían inofensivos, hasta que los representantes de algunos de nuestros casinos y bares comenzaron a darnos la espalda. En ese instante, supimos que las cosas comenzaban a andar mal. Max y Adrik fueron a hablar con esos rusos, y luego de varias riñas, lograron llegar a un tipo de acuerdo de paz, donde ninguno se metería en los asuntos del otro. Y así pasó el tiempo, y ese grupo cada vez se hacía más conocido en la ciudad, al igual que su líder. Jack Korsakov".
Me masajeé el puente de la nariz, recordando las palabras de Adam cuando estábamos en su cafetería.
"-Su nombre se oía por todos lados, y sus acciones, también. Todo el tiempo, nombres y más nombres se sumaban a su lista de víctimas, y así, recibió un apodo... ejemplar. Pero ese no era nuestro problema, pues ya hace tiempo habíamos dejado de sospechar a cerca de él y su gente. Hasta hace unas semanas, cuando dieron el primer golpe, y la primera amenaza. Korsakov se encargó de dejarnos muy claro su objetivo".
Dirigí la vista hacia mi cama de una plaza, donde Adrik dormía plácidamente. Su cuerpo estaba bastante más corpulento que la última vez que lo vi, y sus rasgos, más masculinos. Su cabello estaba teñido de un rubio casi blanquecino, aunque se le notaban las oscuras raíces. De igual forma, le quedaba bien.
"-Quiere lo que es nuestro, y no parará hasta obtenerlo. Nos acabará. Está totalmente loco, y espero que no tengas la mala suerte de conocerlo".
Y así, dio por finalizada la explicación. Yo realmente no podía creerlo. ¿Rusos intentando robarles a otros rusos? No tenía sentido.
Y mucho menos sentido tenía el hecho de que se hayan atrevido a desafiarnos. A nosotros. Los Poliakov y su gente.
Apreté mis puños. Jack Korsakov, realmente no sabes con quien mierda te has metido.
Adam entró nuevamente al apartamento, con su teléfono celular en mano.
-Max llamó –con solo la mención de su nombre, me estremecí-. Viene en camino.
-Reunión familiar, genial –bufé-. ¿Me matará, verdad?
-No –rio entre dientes Adam-. Primero te torturará, y luego te matará. Lenta y dolorosamente.
-Gracias –susurré y me refregué los ojos con mis puños.
Pasaron alrededor de 10 minutos donde ninguno habló, y el único ruido que se escuchaba en el cuarto era el de los ronquidos de Adrik.
Me sobresalté al escuchar unos fuertes aporreos en la puerta.
-¡Faith, abre la puerta! –escuché un conocido grito.
Max.
Miré a Adam y luego me levanté del pequeño sillón.
Apenas abrí la puerta, Max se adentró rápidamente al apartamento y se dirigió hacia la cama donde dormía Adrik. Sacó un arma de la cintura de sus vaqueros y pegó un tiro al techo, haciéndome saltar de mi lugar.
Imagínense como quedó Adrik.
-¡¿Qué cojones te sucede?! –gritó con voz ronca Adrik, intentando levantarse del piso, ya que del susto, se había caído de la cama.
-No deberías haber hecho eso –bufó Adam.
-No pedí tu opinión –dijo Max con molestia, dirigiéndole una corta pero intimidante mirada. Adam puso los ojos en blanco.