Un vacío ensordecedor emerge de repente en Micaela, como si faltara algo, una parte suya. Como aquella pieza perdida de un rompecabezas. «¿Y Jonathan?» es lo único que sale de adentro de su cerebro.
Lo raro es que él no acostumbra a faltar.
Las horas pasan con lentitud.
Su cabeza da vueltas como una ruleta al pensar el paradero de su amado. «Puede que esté enfermo» piensa. «O tal vez hubo algún problema familiar» surge por otro lado. «¿Habrá fallecido su abuelo?», es la hipótesis más probable que se le ha ocurrido.
Hace poco se había enterado que el abuelo paterno de Jonathan estaba internado en el hospital en grave estado.
Desearía decir que se lo contaron, pero la verdad es que lo vió en su perfil de Facebook. A menudo entra, revisa sus fotos, sus estados, si pone relación con alguien. Nunca encuentra nada distinto. Frases, de canciones o copiadas de alguna otra persona, cursis. Demasiado. Tan empalagosas como una cucharada de azúcar. Aunque si se las dedicara a ella cambiaría de opinión.
En un segundo regresa a la realidad. Lo siente como el despertar de un sueño agradable, de esos en los que te despiertan antes de que termine.
El profesor entra sumergiéndolos en un mar de silencio total, fúnebre quizás. Filosofía. «No, no ahora» piensa en voz alta que casi la escuchan.
Para sumarle a su nube de incertidumbres tiene filosofía. El problema no es el profesor, el razonar como él indica sí.
El estar aferrada a una realidad y tener que pensar y reaccionar a otra totalmente diferente es todo un desafío que aún no puede superar. Se ha cerrado. Por más que intente no entiende. Le ha pedido ayuda a su maestro, el cual en vez de simplificar las cosas las complica, y le ha planteado su problema con el tema de las realidades y éste le ha dicho que esa ideología se relaciona con la materia (con una "explicación" de por medio). Peor, si antes no entendía ahora menos. Ahora la comprende tanto como a la teoría de la relatividad. Incluso le ha pedido ayuda a Laura la cual le dijo con su particular sonrisa que no entendía ni una sola palabra. Genial.
Diez minutos antes de terminar la hora aparece su preceptora.
Mide un metro setenta. Un poco robusta. Pelo lo suficientemente largo de un color castaño oscuro. Penetrantes ojos color miel. Si la hubiese visto unos años atrás con menos peso y arrugas de seguro creería que es una modelo. Sus facciones son casi perfectas, su silueta ha desaparecido, pero uno se da cuenta que alguna vez ha estado allí. Elegancia digan de aquella que modela.
Su nombre es Daniela Rivarola, es muy atenta, carismática a la vez que es estricta y rigurosa. Todo dependiendo de la situación. A Mica le agrada tal y como es, le recuerda a sí misma, pero con carácter.
Vino a avisarles que se retiran al terminar la clase. Maravilloso, ya era hora.
Sinceramente sí, le gusta la escuela, así también le gusta quedarse en su casa y leer un buen libro tomando mates con sus abuelos, o sola. Afirma que es el paraíso, y tiene razón.
Al fin en su preciada libertad se dispone a volver a su casa acompañada de Laura que está un poco callada.
- Laura, ¿está todo bien?
- Sí, ¿por?
- Te veo un poco callada, al fin, por cierto - dice Micaela agrandando los ojos. Laura esboza una media sonrisa y deja escapar un chillido, ¿acaso eso suponía ser una risa?
- No, no sé, a veces cuando estoy con todas las pilas de repente me entra una tristeza.
- Oh, te entiendo y te aseguro que es así.
- Lo sé, vos más que nadie entiende de tristeza.
- No, no lo decía por ello, sino por lo de pasar de un extremo de energía a otro.
- A decir verdad, nunca te vi enérgica - dice Laura con aire pensativo.
- Considerando que empezaste hace menos de una semana...
- Tenés razón, pero no sé... No tenés cara de ser así como decís.
- Mira, según las malas lenguas soy muchas cosas, pero, según lo que yo veo, no tengo cara de ninguna de ellas.
- Mmm, puede ser, no estuve alejada el tiempo suficiente para darle lugar a esas malas lenguas.
- En fin, relájate o terminarás como yo.
- Oh, Dios, no - dice Laura con tono dramático y se echan a reír las dos.
Mica trata de recordar la última vez que se rio en el colegio, si es que alguna vez lo haya hecho.
En definitiva, ha logrado su cometido, sacarle una sonrisa a su amiga. Ya, incluso, estaba olvidando lo que era tener amigos. Los buenos momentos que se pueden pasar tanto como los malos. Todo ese pasado de sol había quedado tras las nubes del presente.
Gracias a Laura ha recuperado las esperanzas, y no solo de sus compañeros sino de todo.
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Tez Morena
RomancePiensen en la historia de amor típica, ahora imaginenla en la vida real. Ese es el sentido de la historia. Un dilema. La típica historia de amor de princesa pero con un toque de realidad