Ahí estaban otra vez. Camila y sus dos perritos falderos. Acercándose a mí con paso decidido, con mirada de suficiencia y una sonrisa de medio lado que hacía que me estremeciera de solo pensar lo que se le estaría pasando por la cabeza, cuál sería la manera de humillarme delante de todo el instituto esta vez.
Sí, como os habréis dado cuenta, yo no soy muy popular aquí. Pero simplemente porque me esfuerzo en pasar inadvertida, aunque con poco éxito. Odio este sitio. Soy muy cabezota y a veces un poco borde, pero en el fondo soy cariñosa y cuido lo que tengo. Soy una fanática de la lectura. Considero que mi generación debería leer más y no dejar que sus cerebros se pudran por estar a todas horas pegados a aparatos electrónicos como si les fuera la vida en ello. Como aquí no tengo amigos, suelo pasar mi tiempo libre encerrada en mi habitación. No me gustan las fiestas, aunque tampoco he ido nunca a una. Mis padres siempre me dicen que me debería socializar más y no estar metida todo el día en la cueva. Mi hermano mayor, John, es el único que me entiende y me apoya.
Intento ocultarme detrás de la puerta de mi taquilla rezando para que pasen de largo y no se fijen en mí, aunque sabía de sobra que ya me habían visto.
Camila se para delante de mí, apoya su mano en la puerta de mi taquilla haciendo que se cierre violentamente golpeándome en la nariz. Empiezo a notar un gran dolor y me brota un hilillo de sangre. Me la limpio rápidamente con la manga del jersey del uniforme del instituto. Ella ni siquiera se da cuenta.
- Hola, Mel -ah sí, por cierto, mi nombre es Melissa- Daré una fiesta este sábado en mi casa. Todo el mundo vendrá. Habrá mucho alcohol. Tal vez te gustaría pasarte luego para limpiar los vómitos de los borrachos, ya que eso es algo que se te da bien- dice. Todos los presentes, atentos a lo que decía, se empiezan a reír de mí.
Ocurrió en la clase de Educación Física. El profesor nos mandara correr cinco vueltas a la pista de atletismo del instituto. Odio correr, me canso muy rápido. La clase era a primera hora y no habían pasado ni cincuenta minutos desde que había desayunado. Por eso no había dado ni tres vuelta cuando se me empezó a revolver el estómago. Doblé el cuerpo hacía delante y me tapé la boca con la mano. Empezaron las arcadas. No pude aguantarlo más y vomité todo lo que había desayunado. Para colmo, uno de mis compañeros de clase pasó corriendo por mi lado y me golpeó sin querer en el hombro, lo que hizo que me cayera encima del vómito y lo "limpiara" con la camiseta. Asqueroso, lo sé. No había pasado tanta vergüenza en mi vida. Todo el instituto se enteró y por lo que parece nadie lo ha olvidado todavía.
Lo mejor que podía hacer en ese momento era ignorar las burlas de Camila y marcharme. Me doy la vuelta para dirigirme a la última clase del día, mate, pero ella no se había quedado aún a gusto. Estaba a punto de dar el primer paso cuando me pone la zancadilla y hace que me caiga al suelo. Más risas. Hasta aquí llegamos. Esta vez no me iba a quedar sin hacer nada. Me levanto y me coloco frente a ella. Le escupo en toda la cara y le acierto de pleno en el ojo. Camila se empieza a poner histérica del asco y sus amigas intentan limpiarle el gapo con la manga de sus sudaderas. menudas lameculos. Me voy corriendo al aula de matemáticas antes de que reaccionen y se me echen encima. No lo harán delante de un profesor y sé que tampoco se lo dirán a ninguno. Me siento en el pupitre del fondo. Sonrío para mis adentros. Me ha sentado bien. La clase empieza a llenarse de gente y se van ocupando todos los sitios. Finalmente entra el profesor. Rezo para que la hora se pase rápido.
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Aquí va el primer capítulo. Espero que os guste esta historia y que la disfrutéis. Mañana subiré el segundo capítulo. Me gustaría que votéis y que me dejéis en los comentarios vuestras opiniones. Gracias :)
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Zona de guerra (Nick Robinson)
FanfictionMelissa ha vivido un infierno los últimos seis años y cree que volver a su casa natal de Long Island le ayudará a olvidar y recordar lo que era ser feliz. No podía estar más equivocada. Cuando piensas que las cosas no pueden empeorar más, lo hacen. ...