CAPÍTULO 5

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Bip, bip, bip

Por favor, haced que pare.

Bip, bip, bip

Me tapo los oídos con la almohada.

Bip, bip, bip

Mi madre irrumpe en la habitación y apaga el despertador. Acto seguido, me destapa haciendo que una corriente de aire frío me ponga la piel de gallina.

- Melissa, ¿qué haces durmiendo desnuda? - debe pensar que estoy loca.

Le gruño como respuesta. Mi madre suelta un suspiro de desesperación y sale de mi cuarto, supongo que a despertar a John. Finalmente, decido levantarme y me visto con la misma ropa de ayer, ya que es la única que no está guardada. Miro el reloj. Las 6:00 am. Esto es una locura. Mi madre nos dice que ya desayunaremos en el aeropuerto. Cojo mi maleta y me dispongo a ir hacia el coche que nos han dejado prestado. Mi padre ya está dentro, esperándonos. Abro el maletero para meter ahí la tremenda maleta. Parece que pesa dos toneladas. La levanto cogiéndola con una mano por el asa y con la otra por la parte inferior. Me empiezan a sudar las manos por el esfuerzo de levantarla, se me resbala y cae encima de mi pie derecho.

- ¡ME CAGO EN...! - exclamo del daño que me acabo de hacer.

Me lo agarro con las dos manos como si así el dolor fuera a desaparecer. Mi padre sale corriendo del coche y se acerca a mí.

- ¿Qué ha pasado? - pregunta.

- Se me ha caído la puta maleta encima del pie - le respondo como si fuera obvio. Mi padre me saca el zapato y examina el golpe. Se me está empezando a hinchar y a ponerse del tamaño de una pelota de fútbol. Mi madre en ese momento aparece por la puerta.

- Karen, trae un poco de hielo - le pide mi padre y ella, sin hacer ninguna pregunta, va a buscarla. Después de unos pocos segundos sale con una bolsa de hielo y con un trapo para que el frío no me queme la piel. Se lo da a mi padre y me lo pone en el pie después de haberme metido en el coche.

Después de todo este drama, ya estamos todos listos dentro del coche y mi padre arranca poniendo rumbo al aeropuerto. Saco mi móvil para escuchar música y me pongo los cascos. Durante el trayecto, voy mirando por la ventana. Veo las casas pasar ante mis ojos, las calles, los parques, el bosque, el hospital, el instituto y sé que será la última vez que pase por esta carretera, la última vez que esté en este pueblo. Y doy gracias, porque eso significa que la peor etapa de mi vida hasta el momento quedará atrás. Y dará comienzo a una mejor. O eso espero.

Entramos en el parking del aeropuerto y mi padre aparca en el sitio más cercano a la puerta de acceso. Ya casi se ha derretido todo el hielo y el tremendo bulto ya ha diminuido de tamaño. Me vuelvo a poner el zapato y bajo del coche.

- Esta vez te bajo yo la maleta del coche, no vaya a se que ocurra otra desgracia - me pica mi hermano. Le doy un codazo en las costillas por gracioso.

Entramos en el edificio y nos dirigimos hacia una cafetería para desayunar. Son las 7:15 am, por lo que tenemos media hora antes de que nos pidan ir a la puerta de embarque. Llega la camarera y yo me pido un vaso de leche con dos napolitanas de chocolate, mis padres se piden un café con leche para cada uno  y mi hermano, una manzana. Cuando nos lo traen yo empiezo a devorar lo mío como si no hubiera comido en semanas. Terminamos y mi padre se levanta para pagarlo. Cogemos nuestras cosas y vamos a checkear los billetes y a dejar las maletas para que las suban al avión.

Después de hacer todo eso, nos dirigimos a la puerta de embarque justo cuando lo están anunciando por megafonía. Esperamos quince minutos y nos indican que ya podemos ir embarcando. Nos toca en la fila del medio, donde hay cuatro asientos pegados. Escojo uno que no esté en un extremo, entre John y mi madre. Nos esperan dos horas de vuelo, y yo tengo pensado pasármelas durmiendo.

Zona de guerra (Nick Robinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora