Capítulo 5.

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El lunes siguiente, Anastasia se vistió con mucho cuidado para ir al trabajo, y lo hizo
procurando parecer muy seria y eficiente.

Luego llevó a phoebe a la guardería y,
mientras se dirigía a la oficina, pensó muy ufana que Wolf Christian Grey no sería más que un vago fantasma al cabo de pocos meses.

El vago fantasma estaba en el despacho de ella cuando llegó a la oficina, con un montón de papeles en la mano y el ceño ferozmente fruncido.

-Esos idiotas de la sucursal de Escocia casi nos han hecho perder uno de nuestros mayores pedidos por simple incompetencia. ¿Puedes estar lista para salir dentro de un par de horas?.

- ¿Salir? -le preguntó ella, mirándolo como si se hubiera vuelto loco.

-A Escocia. Si no salvo esto ahora, en las próximas veinticuatro horas, ya le
puedo decir adiós a un beneficio de cinco millones de libras.

Estaba claro que Wolf estaba en plan de negocios, con todas sus energías puestas en lo que tenía entre manos y, no le parecía que siquiera fuera a acordarse de
lo que sucedió el viernes.

Y ¿por eso se había sentido devastada todo el fin de
semana? Volvió a mirarlo y esta vez le salían chispas por los ojos.

- ¿A qué hora quieres salir?.

-A la del almuerzo.

-De acuerdo.

Luego él siguió ladrando instrucciones. Ese tipo era imposible. Absolutamente
imposible. Llamó a su madre, que se comprometió a cuidar de phoebe el tiempo que hiciera falta, luego a la guardería diciéndoles que se pasaría más tarde para explicárselo a su hija y luego, se puso a trabajar frenéticamente para terminar con la correspondencia más urgente.

A media mañana, le llevó a Wolf una taza de café solo. Estaba sentado en su mesa cuando ella entró, y parecía tremendamente cansado.

- ¿Café? -le preguntó cuando dejó los papeles que llevaba delante de él-.Parece como si lo necesitaras.

-No sé si voy a poder con esto, Anastasia.

No, a juzgar por su rostro, inhabitualmente dubitativo y levemente infantil ahora. Al verlo así se le rompió el corazón. «No me hagas esto», pensó. No ahora.

Podía soportar la furia, el enfado, pero no esa debilidad y vulnerabilidad que le proporcionaba el agotamiento, cosa que la hizo desear abrazarlo y besarlo hasta que se le pasara.
Contra eso, su corazón no tenía la menor defensa.

-Estás cansado. ¿Cuánto has dormido en los últimos dos días?
- ¿Dormir?.

Wolf la miró como si ella estuviera hablando en un idioma extranjero.

-He dado una cabezada de vez en cuando, creo.

-¿Y la comida? ¿Has comido?.

-Unos sándwiches en algún momento, ayer.

-Parece como si necesitaras que alguien te vigilara.

-No, no lo necesito. Alguna gente no está hecha para tener ataduras, Anastasia , ni las más pequeñas. Van solos por la vida porque son un peligro para sí mismos y para otra gente si no lo hicieran así.

- ¿Eso crees?.

-Lo sé. Créeme, lo sé.

Wolf bajó luego la mirada a los papeles y Anastasia sintió el deseo casi irresistible de seguir preguntándole cosas, pero cerró los labios firmemente.

Una Pasión De Fuego . (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora