Capítulo 9.

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CUANDO Anastasia se despertó a la mañana siguiente, todo el dolor producido por los acontecimientos de la noche anterior seguía de lo más vivo.

Llevó a phoebe a la
guardería y volvió a su casa, donde las horas pasaron como si estuviera en una nube.

No dejaba de repetirse que era una mentirosa y una cobarde, ya que, además, ni se había atrevido a volver a la oficina.

Nunca se hubiera imaginado que el corazón pudiera doler tanto.

A media mañana, llamó su madre porque había llamado a la oficina y se había puesto otra mujer, así que pensó que ella podía estar enferma.

Después de asegurarle que no le pasaba nada y que ya se lo explicaría, Anastasia colgó el teléfono.

No estaba de humor para hablar con nadie y, lo único que quería era estar sola y que la dejaran en paz.

¿Así que Wolf no había perdido el tiempo en sustituirla? El corazón le había dado
un vuelco cuando lo oyó.

Pero, claro, él había sabido que no volvería al trabajo. ¿Cómo
iba a hacerlo después de las cosas que se habían dicho?.

Entonces recordó cómo él había ido a su casa, la explicación que le había dado sobre lo de Elena.

Así que estaba libre, de momento. ¿No habría sido mejor aceptar el breve ligue que él le había ofrecido? Por lo menos, de esa manera le quedaría algún
buen recuerdo.

Ahora sólo le quedaba un agujero vacío allí donde debía estar el corazón.

¿Y Wolf? El corazón le latió más deprisa cuando se lo imaginó en la oficina, ladrándole órdenes a su nueva secretaria, y tan inmerso en el trabajo como siempre.

No tardaría mucho en olvidarse de la existencia de ella, si es que no lo había hecho ya.

Cuando sonó el timbre de la puerta, no le hizo caso al principio. Necesitaba
tiempo para recomponerse antes de ir a recoger a Anastasia y, un vendedor ambulante era la última persona a la que le apetecía ver en esos momentos.

Además, en ese barrio tenían fama de ser especialmente insistentes y, aunque normalmente podía
mantenerse firme, en esos momentos no respondía de sus actos.

De hecho, el ansia que sentía por morder, gritar y darle patadas a cualquier cosa, era sorprendentemente poderosa.

Después de un minuto entero de estar sonando el timbre, decidió que, el que fuera, se había ganado lo que se le iba a caer encima, así que abrió la puerta con el ceño fruncido ferozmente.

Pero se quedó helada cuando vio allí delante a Wolf, que apartó el dedo del botón en ese mismo momento.

-Hola -dijo él sin hacer ningún movimiento.

-Hola.

Anastasia tampoco se movió. Se quedaron mirándose el uno al otro en silencio durante
unos segundos antes de que ella dijera:

-Creía que estabas en la oficina.

- ¿La oficina? -contestó él, sorprendido-. No, no he ido hoy.

-Oh.

Wolf tenía un aspecto terrible. Y hermoso. No se había afeitado y esa sombra de barba lo hacía aún más atractivo.

-Yo...

El se aclaró la garganta y lo volvió a intentar de nuevo.

-Me gustaría entrar, pero si no quieres que lo haga, lo comprendo. Supongo que,
después de lo de anoche, soy la última persona en el mundo que quieras ver.

Una Pasión De Fuego . (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora