Capítulo 1. Ninta

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Capítulo 1. Ninta.

  Unos enormes edificios metálicos se entretejían entre la espesa neblina que cubría toda Ninta. El persistente y abrasador sol azotaba aquella ciudad con sus últimos rayos, y conforme la tenue luz diurna se extinguía, las azoteas de los altos edificios iban tomando un tono verdoso, casi fluorescente. 

Era una noche calurosa de finales de primavera. Xégoda, una joven de dieciocho años de ojos color miel y densa melena cobriza, escudriñaba el cielo intentando vislumbrar alguna estrella,pero estas apenas se distinguían pues la polución engullía el desolado mundo del que formaba parte. 

La joven abrió la ventana, con intención de que la habitación se refrescara, pero al instante movió su fina nariz con aire asqueado.Las vistas desde allí eran algo deprimente, una vasta extensión de tierra grisácea sin vegetación se entreveía tras la densa niebla.Desde la extinción masiva de plantas del ochenta y dos la tierra se había visto privada de gran parte de su vegetación y alimento, y esto sumando al poco respeto de los humanos por el medio acabó vistiendo al planeta de gris. 

Con un fuerte empujón cerró la ventana. En aquel podrido mundo no corría brisa fresca, al menos no en Ninta. Se dejó caer en la cama, aferrando la almohada y dándole la espalda a la ventana. Su respiración se aceleró y se colocó boca arriba mirando al techo, intentando acompasarla. Había días que aquel mundo la superaba. «Soy afortunada» se dijo intentando creerlo. Tras la guerra de los diez años había muy poca gente que dispusiera de casa y comida y aún menos que tuviese la posibilidad de estudiar,pero se sentía tan ajena a aquel mundo... El sueño se la llevó con esos tristes pensamientos rondando su mente.   

 Una sombra cruzó su ventana instantes después de que la joven se quedara dormida. Un encapuchado, encaramado al tejado escudriñaba la habitación en penumbra desde la ventana. La joven se removió en sueños, su espía se deslizó entre las tejas y, tras dejarse caer a la calle, se alejó por la desolada explanada. 

Un fuerte ruido resonó en las paredes de la habitación de Xégoda. La primera bocanada que dio ardió en las fosas nasales dela chica, pues el azufre del aire las irritaba y la falta de oxígeno embotaba su cabeza. Se incorporó con desgana y se restregó la cara «Genial, otro maravilloso día» el pensamiento sarcástico zumbó en su cabeza instantes antes de levantarse de la cama. Salió de su habitación y bajó las escaleras. La casa estaba sola, sus padres habían salido a trabajar mucho antes de que amaneciera. 

Al llegar a la cocina abrió, como todos los días, su bote de suplemento de leche en polvo y con cara de pocos amigos, se sentó en la mesa a comerse aquel asqueroso polvo a cucharadas. Casi toda la comida del mundo era así, polvo, pastas, vitaminas y un medicamento para que el organismo llevara mejor la escasez de agua. 

La joven miraba al infinito, mientras intentaba tragar aquello sin atragantarse. Encendió un pequeño monitor de televisión que había en la cocina. El sonido del aparato la hizo dirigir la mirada ala imagen algo distorsionada que emitía. 

 Una presentadora de cabello rubio, largo y una sonrisa extremadamente blanca, se dirigía a la audiencia en tono jovial. 

–...y este año se han alcanzado máximos históricos, tan solo un veinte por ciento de la población mundial tiene acceso a comida y menos de un quince a agua potable. Parece ser que este año habrá que cortar mucho más el grifo... –comentaba sonriente. Xégoda apretó la mandíbula: «eso será para los que tenéis agua corriente» pensó, al tiempo que miraba una diminuta botella que tenía frente a ella. Pese a estar atragantándose, sabía perfectamente que aquel líquido era demasiado valioso para beber un gran trago.Así que se mojó los labios, mientras guardaba todo en un estante. 

Nándidor. Viaje a un continente de ensueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora