Por alguna razón estaba en "La caja de la tranquilidad", había despertado ahí sin ninguna razón, a mi lado había una bandeja con comida fría, pero tenía puesta la camisa de fuerza, ¿Cómo esperaban que comiera? No recuerdo nada, no sabía si era de noche o de día, lo último que recuerdo es haber estado en la sala con todos, escuchando la radio, pero ya no estaba ahí, estaba en esta jaula que me priva de inclusive caminar, por alguna razón mi brazo me dolía, asumí inmediatamente que tenía un moretón, me habían atacado ó yo había atacado a alguien, no lo sabía, y nunca había estado aquí, sólo veía como la gente entraba y salía de aquí.
Y así pasó el tiempo, todo se tornaba aburrido, intenté comer de la bandeja tumbandome y probandolo sólo con la boca, termine sucia y con la comida en el suelo, lo único que me queda es dormir, y vaya suerte, no podía, mi mente está con tantas ideas que dormir no era una opción en estos momentos.
Observaba la pared blanca, muchas ideas venían y se iban, algunas teorías venían hacia mi de por qué estoy en esta habitación, pero ninguna era congruente.
Hasta que la puerta de la habitación se abrió.
-Vaya, Nadine, la puerta estuvó abierta todo este tiempo, ¿no pensaste en salir? Sólo tenías que ir con un enfermero a que te quitase la camisa de fuerza y ya.
Era el doctor que iba al jardín en ocasiones a preguntarme sobre mi estado, no pude evitar sentirme estúpida y humillada, aunque posiblemente ese era el punto, un maldito experimento, asumí por instinto que la puerta estaba sellada, sólo fuí un conejillo de indias para ellos.
No dije nada, me paré como pude, moví mi cabeza en señal de que me quitase la camisa, y así lo hizo, cuando estuve libre, caminé fuera de la habitación y me dirigí a la sala principal.
Nadie estaba ahí, imaginé que era la hora de la comida y la gente estaba en el comedor, por lo que me dispuse a prender la radio y escucharla sola.
Como de constumbre pasaban música, así era todo el día, señales repetidas y en ocasiones locutores de muchos años atrás dando noticias pasadas.
Poco a poco la gente llegaba a la sala, algunos se sentaban junto a mi a escuchar la radio, otros iban a mesas puestas del otro lado de sala, algunos solo se tiraban al suelo a jugar o leer.
Hasta que una chica se acercó timidamente hacía mi, noté inmediatamente que partes de su cabello no estaban, era largo y rubio pero estaba muy arreglado.
-H-Hola... Noté el disturbió de ayer.
-¿De qué hablas?
Se que no se deben tomar en serio a estas personas pero a veces dan paso a teorías conspirativas de los más disparatadas.
-Ayer lloraste en el suelo sin razón alguna, luego pediste ver a un peluche.
A esas cosas me refiero, las personas suelen creer cosas que en verdad nunca pasaron, además, ¿Qué esperar de alguien enferma?
-Seguramente me confundiste.
-No, no es así, estoy segura de que tú eres Nadine, algunas personas te llaman Malia, ¿no?
-Sí, así es, ¿tú sabes por qué?
-Tú misma les diste ese nombre, ¿acaso no lo recuerdas? a veces actuas infantilmente sin razón aparente, como si dos almas vivieran en una.
"Como si dos almas vivieran en una", eso es lo más ridiculo y poetico que he escuchado en todo el día, aquí se aburre facil.
-Dejame procesar tu información- Espero se note el sarcasmo- ¿Dices que tengo un " alma" que vive dentro de mi y que cuando controla mi cuerpo no recuerdo lo que pasó?
Ella guardo silencio por unos segundos.
-Básicamente sí.
-Esta bien, esta bien- Me esforzaba en no reír- Te creo, ahora, ¿me dejas escuchar la radio?
-La música jazz te descontrola, ¿no?
-No, no es así, ahora marchate.
Me miró con curiosidad y luego cambio de estación.
El viejo Bennet sonaba por aquel aparato, recordaba esa canción.
-Vaya, que buena música, me gusta Bennet, gracias.- Dije con una sonrisa y luego me dirigí al jardín.
-La vida es un chiste.
El inmortal estaba sentado bajo un árbol, repetía la misma frase una y otra vez, "La vida es un chiste".
-Lo será para ti.- Dije riendo mientras me sentaba con él.
-Piensalo, posiblemente nunca saldremos de aquí.
-Oye, lo bueno de ser humano es que nadie es igual, las personas tienen dos opciones: La vida es hermosa ó la vida da asco.
-Elegí la segunda.
-Exacto, elegiste la segunda, no yo, y no quieras hacer que cambie de opinión, si tanto odias tu vida, ¿por que no cometes suicidio? A nadie le importa en este lugar excepto a ti.
-Soy inmortal, recuerdalo, aunque intentará suicididarme no podría.
La vida será muy dura para él, pasará por tantas cosas que no sabrá ni quien es, digamos que está en su era de paz.
-¿Cuando es tu cumpleaños?-Dije sonriendo, evitando aquel tema.
-No recuerdo esas cosas.
-O no quieres decirme.
Miró el suelo, desbordaba nostalgia, imagine que él pensaba en sus fiestas de pequeño, con sus amigos, pero no paraba de pensar en las mías.
-No, no lo diré.
Inmediatamente se paró y se metió al edificio.
Me quedé bajo aquel árbol, admirando lo que se podía de cielo, un cielo gris, contaminado.
No se cuanto tiempo estuve ahí, me mantenía sentada, algunas veces venían personas, hablando y disfrutando, o doctores a verme, tal vez creían que no los veía, pero no era así.
-¿Cómo está mi chica favorita?- Dijo una voz masculina desde lejos.
Vi a un chico que no conocía, tenía una gran sonrisa.
-¿Donde está Kaled?
-Lo siento, no conozco a ningún Kaled.
Él me miró con curiosidad, como un tierno cachorrito descubriendo algo.
-El chico con el que hablaste aquí, ayer hablamos, por cierto, te perdono por lo de ayer.
-¿De qué hablas?
-Ayer me insultaste, fue muy grosero de tu parte, incluso me lastimaste.
-No, no lo hice.
-Sí, si lo hiciste.
-Lo recordaría.
-Lo hiciste.
Se acercó a mí y se sentó.
-Soy Sein, ¿me recuerdas?
-No, lo siento.
En ese momento llegó el inmortal y tomó de la mano a Sein, quien se sonrojó.
-Vamos, pequeño, ¿quieres ir a cenar? Es tarde y debemos ir para dormir.
Se paró con la ayuda de él inmortal, se pegó a él abrazándolo, se despidió de mí y ambos se fueron a cenar.
Yo me fui a dormir.