CAPÍTULO 3.

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Mi padre se paraba en el medio de la habitación viéndose nervioso.

-Bueno, ¿qué piensas? -preguntó. Me miró por un momento, y luego se volvió hacia la ventana.

-¿Sobre qué? -respondí.

-La habitación -dijo-. ¿Está bien?

-Sí, es genial. -Mentí. Parecía una habitación que le pertenecía a una chica de 10 años enamorada de Justin Bieber y el color morado. Lo cambiaría de inmediato.

-Eso es bueno -respondió papá, con alivio evidente en su voz.

Sonreí. Era imposiblemente incómodo estar parados juntos en la habitación, pero ninguno de los dos hizo un movimiento para irse.

-¿Estás de humor para pizza esta noche? -preguntó después de un momento-. Hay un restaurante realmente bueno en el camino. De propiedad familiar.

-Suena bien -dije. Me dejé caer en la cama.

-Por lo general cocino -prosiguió-. Pero no sabía qué te gusta comer. -Se rascó la nuca.

-Como cualquier cosa -respondí. No iba a ponérselo demasiado difícil.

Suspiró.

-Lo haces, ¿eh?

Sonreí hacia él, y se rió entre dientes. Y entonces se relajó, y yo hice lo mismo.

-¿Papá?

-¿Hmm?

-¿Dónde conseguiste estos afiches de Justin Bieber?

-Wal-Mart -respondió-. ¿Por qué? ¿No te gusta? La señora de la tienda dijo...

-Está bien, papá.

Se movió hacia las cortinas enmarcando la única ventana en la habitación y tiró de ellas.

-Probablemente tampoco te gustan estas, ¿verdad? -preguntó.

Sonreí de nuevo, y él negó con la cabeza.

-No voy a escuchar más a esas mujeres en la oficina -dijo con irritación, pero había humor corriendo bajo las palabras.

-Bueno, podemos arreglar cualquier cosa con los recibos -ofrecí, y él asintió-. ¿Papá?

-¿Hmm?

-Sé que tú realmente no querías esto, y lo siento -dije.

Pensé que era mejor simplemente ser honesta.Era una situación rara para todos nosotros. Mamá estaba al otro lado del país a esta hora. Papá seguía viviendo en el pasado en la misma casa que olía a veranos cuando yo tenía nueve años y organizaba las mejores pijamadas con Beth en la historia de las pijamadas. Todo se veía igual, pero era el olor el que hacía que mi corazón doliera. Y también estaba en un lugar nuevo. Sabía que él no entendía por qué le pedí vivir con él. Yo realmente no lo entendía, excepto que me sentí obligada a asistir a la escuela secundaria de Beth en mi último año.

-No te disculpes -dijo-. Te quiero aquí. Realmente lo quiero. Simplemente no he sido padre a tiempo completo en un tiempo, eso es todo.

-Bueno, no tienes que preocuparte -dije-. Soy bastante fácil e independiente. Acabo de conseguir un empleo en ese restaurante al que tú solías llevarnos. No tendrás que preocuparte por darme dinero. -No debería haber dicho esa última parte.

-¿Por qué piensas que tendría un problema dándote dinero? -preguntó papá. Sacó su billetera.

-No, sólo quería decir que no quiero que pienses que tienes que cambiar toda tu vida ahora que estoy aquí. Puedo cuidar de mí misma. No seré un estorbo -dije, y vi el dolor en sus ojos.

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