Extra: Mi pequeña vendetta

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Fanny se veía preciosa con sus jeans desgastados y esa camiseta de tirantes, más natural, menos restringida que con ese feo uniforme.

—¡Toni! –me saludo con entusiasmo cuando se fijó en mí.

Camine hacia ella, aún tenía una de las cajas que estaban descargando en las manos, le arrebate aquella caja de las manos y la lleve dentro de la casa. Salude al señor y la señora Vásquez cuando me los tope en el camino.

Volví con Fanny en el instante en que me deshice de la caja, tenía que hablar con ella de un tema muy serio.

—Fanny –le llame suavemente, haciéndole señas para que me siguiera al espacio entre mi casa y la suya, donde estaba ese enorme y antiguo peral.

—¿Sí? –dijo cuando llegó a mi lado con una espléndida sonrisa en el rostro... aunque se veía un poco tensa, me arriesgaría a decir que hasta nerviosa.

—Necesito que me contestes algo con completa sinceridad –me puse serio y ella aún más nerviosa.

—Si es por lo de tu confesión de esta tarde, ya tengo una respuesta –me interrumpió antes de que pudiera hablar. Solo quería saber si Ale se había emborrachado antes o después de que ella se había ido. No había sido uno de los mejores escenarios en los que había encontrado a mi hermano, me arriesgaría a decir que el peor, con la habitación toxica por el hedor a alcohol y el muerto de borracho sobre la cama. Pero este me parecía un tema ligeramente más interesante—. Lo siento Toni, pero no puedo salir contigo.

—¿Por qué? –sabía la respuesta pero esperaba que ella no se hubiese dado cuanta aun, así por lo menos hubiese tenido una pequeña chance—. Me quieres, lo sé.

—Claro que te quiero, eres mi mejor amigo y una de las personas más importantes en mi vida.

—¿Pero?

—Pero eso no es suficiente, te estaría engañando a ti y a mí si dijera que si cuando sé que mis sentimientos por ti no son de la clase de amor que te mereces –era una buena excusa, pero no del todo convincente.

—Estás enamorada de Ale ¿Verdad? –suspire cansado, ella se puso tensa automáticamente.

—¿Cómo te diste cuenta? –Era bueno que no lo negara, pero a veces su sinceridad me resultaba algo devastadora para la salud de mi rechazado corazón.

—Soy la persona que mejor te conoce, me arriesgaría a decir que incluso mejor que tu –es por eso por lo que ya sabía de su amor por mi hermano desde hace algo más que unos cuantos años.

—Yo... Creo que no me había dado cuenta hasta hoy de lo que sentía por él, pero el sentimiento siempre estuvo –reconoció.

—¿Cómo te diste cuenta? –estaba siendo masoquista, pero quería saber qué fue lo que finalmente le hizo a mi ingenua Fanny abrir los ojos.

—Eso... Bueno... —el rubor coloreo furiosamente sus mejillas—. Es algo un poco complicado –de pronto se puso más seria—. Necesito que me prometas que no le dirás nada con respecto a mis sentimientos por él.

—¿Por qué? Él te ama, Fanny.

—Lo sé... —sus ojos se iluminaron un poco con mi confirmación—. Solo quiero que él venga a mí por espontánea y voluntaria decisión, quiero que me lo diga porque quiere decírmelo, no porque se dio valor con el maldito alcohol –la última parte la espeto con furia, para luego resoplar por la estupidez de mi hermano. Eso confirmaba mis anteriores sospechas, Ale se había puesto a beber luego de que yo me fuera.

—No le diré nada –pero eso no evitaría que jugara un poco con su mente, al fin y al cabo se lo merecía, quien sabe qué clase de cosas le dijo o hizo a la pequeña y despistada Fanny como para que se diera cuenta de sus sentimientos.

Además me había robado a la chica que había sido mi primer amor, mi amor de infancia. Una pequeña broma sería todo lo que tomaría como compensación, después de todo era un buen perdedor, pero mi orgullo necesitaba esta pequeña vendetta.

EL HERMANO EQUIVOCADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora