El florecimiento de sus sentimientos coincidió con la apertura de los primeros brotes de las flores sakura que se colaban por la ventana de la chica del mismo nombre, la cual se levantó esa mañana de marzo con unos hondos surcos negros rodéandole el párpado inferior. Se parecía al peluche de panda que le regaló Hotaru en el primer cumpleaños que compartieron cuando era pequeña y al que dormía abrazado desde entonces. A pesar de la fachada de seguridad que había mostrado el día anterior con tal de convencer al rubio, la pura verdad es que estaba aterrada de los pies a las coletas, las cuales esa mañana se encontraban mal hechas debido al temblor que sacudió sus manos esa mañana al pensar que podría pasar cuando sus dos amigos los vieran entrar esa mañana a clase cogidos de la mano. Aunque el día anterior estaba decidida a poner su plan en marcha, hasta la noche anterior no había pensando en las posibles consecuencias que podía acarrear esa locura. La sola idea de perder a las dos personas más importantes de su vida no la había dejado pegar ojo ni un segundo y el miedo a que los acabaran odiando, o peor que sus sospechas fueran falsas y nunca los hubieran amando, la hicieron querer encerrarse en su habitación y no salir hasta el siglo siguiente.
¿Se enfadaría Hotaru? ¿Dejaría de hablarle? ¿La perdonaría cuando le explicara que todo había sido una estratagema para que confesara lo que sentía? ¿Entendería a qué punto de desesperación había llegado para decidir ocultarle un secreto así? ¿Volverían a ser amigas cuando todo eso pasara? ¿O la consideraría la peor de las traiciones? ¿Se volvería a marchar de su lado? Desde que sabía que era tener a la pelinegra de mirada fría pero corazón cálido en su vida no se podía ni soportar imaginarse que no formara parte de esta. Hotaru era la única persona que tenía, aparte de su abuelo, era parte de su familia, a pesar de que un maldito análisis de sangre dijera lo contrario; y por eso, cuando ella se marchó sin ni siquiera contárselo, no dudó en dejarlo todo y seguirla hasta la academia Alice. La necesitaba y sabía que a ella también la necesitaba, pero ahora mismo necesitaba a alguien más a su lado, y ese era Ruka. La chica de los ojos amatista era la persona más inteligente que conocía y por eso sabía perfectamente que ella se había dado cuenta de como su comportamiento cambiaba cuando el rubio estaba a su alrededor y, aunque nunca se lo hubiera admitido en voz alta, Mikan sabía a ciencia cierta que estaba perdidamente y locamente enamorada de él, solo que no sabía como decirlo. Su amiga llevaba toda la vida convenciéndose de que debía guardarse todos sus sentimientos para sí misma, llegando a no mostrar ningún atisbo de emoción y a parecer incluso que era incapaz de sentir, como si fuera un robot programado para ser indiferente. Sin embargo, la muchacha de ojos ámbar notaba como cada vez que él estaba cerca, una sonrisa se escapa de los labios de ella. Quizá Hotaru siempre había sido una chica cariñosa que solo necesitaba de alguien como Ruka para mostrar su verdadera forma de ser. Por otra parte, desde que lo conoció Mikan supo que Ruka era el ser más dulce que había conocido en su vida y tardó poco en descubrir que era el único capaz de derretir el corazón de oro que tenía su mejor amiga y hacerle recordar que este no era una roca, lo cual al parecer ella había olvidado hace ya demasiado tiempo. Ambos se merecían ser felices, pero para ello tenían que estar juntos, y si para conseguir eso la castaña tenía que arriesgar su amistad, lo haría sin dudarlo.
Con el joven que la hacía enfadar como nadie pero le robaba suspiros allí por donde pasaba era otra historia. Natsume era rencoroso, terco, odioso, molesto, insensible, insoportable, impulsivo, irascible y obstinado, pero también era protector, astuto, cariñoso a su manera,atractivo, madre mía si lo era, leal y apasionado. Algunos lo hubieran clasificado incluso como bipolar, pero Mikan lo conocía lo suficientemente bien, incluso más de lo que él creía, para saber que la vida lo había hecho fingir ser así. Natsume no solo era uno de los chicos más poderosos y populares de todo la academia, sino que también era uno de los mejores asesinos y el más eficiente en sus misiones, y para la suerte de la castaña y la desgracia de él, ella había descubierto su secreto y, a pesar de sus numerosos intentos de alejarla del peligro, la guerra nunca avisa antes de llegar y esta había arrasado con todo como un auténtico huracán. Y aunque en esta habían luchado codo a codo y les había servido para unirse más aún, llegando a abrirse el uno con el otro y a confesarse esas cosas que nadie más sabía y a compartir momentos inolvidables; no todo había sido color de rosas y esta se había llevado a algunos de sus seres más queridos, incluida la madre de Mikan. Yuka y Kaoru habían luchado durante toda su vida para que proteger a sus hijos, y la primera había incluso entregado la suya, abandonando así para siempre a su familia, a la hija que nunca había podido criar y a la que sería eternamente su mejor amiga, para que ellos pudieran tener una vida y un romance normal y ser lo que nunca se les había permitido: adolescentes. Fue una ardua batalla que duró años y años, en los que muchas veces pensaron que nunca iba a acabar, pero lo hizo y Mikan, tras haber visto a la muerte a sus hijos y ver como se le escapaban con esta todos los recuerdos que había vivido con Natsume y todos los que todavía quería vivir con él, para que finalmente la vida le diera una segunda oportunidad, decidió que nunca más desaprovecharía el tiempo. El chico de ojos carmesí siempre había sido valiente y había cuidado de ella, y sin poder superar los traumas que la guerra le dejó y con el miedo a que esos enemigos que no habían conseguido atrapar siguieran escondidos, seguía protegiéndola a diario; pero Mikan ya podía hacerlo por sí misma y, aunque no era tan poderosa como él, había descubierto y aprendido a controlar y a usar su alice a su favor, por lo que era su turno de cuidar del azabache. Ahora que conocía sus sentimientos por él y el pasado que ambos compartían, no iba a permitir que él se volviera a alejar con la excusa de que no sabía defenderse. Si había podido enfrentarse y enamorar al gran Natsume Hyuuga no había nada que la pudiera parar. Era su turno de ser valiente y si el azabache no tenía el coraje necesario para confesarle sus sentimientos ella lo empujaría a hacerlo, aunque para ello tuviera que ponerlo celoso.
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El plan de los celos
Fanfiction¿ Que pasaría si Mikan intentara poner celoso a Natsume con ayuda de Ruka? ¿Estaría Hotaru de acuerdo? ¿Se vengarían Natsume y Hotaru? ¿Cómo acabará este alocado plan lleno de celos? Todos saben que en el amor y en la guerra todo se vale.