Capítulo Dos.

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El aire helado chocó contra su rostro, tirando sus cabellos hacia atrás. Observó fijamente la soledad y oscuridad que lo rodeaba en aquel viejo y abandonado puente. Se paró en el barandal de acero y observó el lago que pasaba debajo, el frío era imponente más no el suficiente para congelar ese lago.

-No lo hagas, Martijn.

Estiró sus brazos mientras sentía su corazón bombear cada vez más fuerte. La adrenalina recorría su cuerpo, pero nunca el miedo.

-Martijn.

Cerró los ojos y agitó la cabeza, estaba solo. El puente había sido abandonado hace más de diez años.
No había nadie con él.

-Martijn.

-Ah-Suspiro al sentir su voz tan cerca.

Al voltear el rostro se encontró con una delgada y alta muchacha parada junto a él en el barandal de acero. Estaba descalza, su piel era sumamente blanca y únicamente la cubría un ligero vestido blanco de tirantes hasta sus rodillas. No podía ver su rostro, ya que se encontraba inclinado hacia abajo y su largo y rizado cabello, de una tonalidad castaña cubría su rostro.

-Imposible-Susurró al reconocerla.

-La vida es muy valiosa, Martijn-La escucho susurrar y pudo jurar que era su voz.

Tembló de frío ante una nueva ráfaga de viento helado y sintió los copos de nieve caer a su alrededor. Volvió la vista a ella, quien seguía sin verlo y solo observaba el fondo del lago.
Hacía demasiado frío como para que ella estuviera así vestida.

-Tú... Tú-Murmuró.

-Si, Martijn- Comentó volteando a verlo al fin.

Y él volvió a verla después de catorce años.

Ella seguía igual, no había cambiado nada. Su piel estaba más pálida, Martijn la recordaba más bronceada. Su rostro seguía igual de delicado y redondeado demostrando sus escasos veintiún años, sus rasgos seguían siendo finos, no poseía su normal sonrojo y sus labios estaban pálidos casi azules pero sus hermosos ojos seguían igual de hermosos. Su cabello estaba del mismo largo, dos plumas grandes de color blanco adornaban sus orejas en estilo de zarcillos y supo que era Kassie cuando observó la hermosa cadenita de plata con una bella medalla en forma de alas colgar de su cuello.

Como las alas de un ángel.

Él reconoció esa medalla, porque él se la había regalado el día de su cumpleaños.

-Kassie-Murmuro, ella se acercó-¡Alejate!-Grito dando unos pasos hacia atrás evitando perder el equilibrio y caer.

-Martijn.

-Tú estás muerta-Murmuró llevándose una mano a la cara.

Y ella volvió a verlo con cariño y ternura, como cuando tenía siete años.

-Martijn-Lo llamo.

-¡Alejate!-Grito asustado.

Ella intentó acercarse, él se resbaló y cayó al fondo del lago.

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-Martijn.

-¡Ah!-Gritó despertándose de golpe.

Observó asustado encontrándose en su cama, en su dormitorio. Estaba vestido con un pantalón pijama azul y una polera manga corta negra, su cabello estaba húmedo, aún podía sentir las gotas resbalar por su cuello.
Tenía mucho frío.

-Tómate esto, te sentirás mejor.

Se sobresaltó al oír su voz, más cuando ella se acercó con una humeante taza azul de té y se sentó en su cama.

-Toma-Murmuró entregandole la taza azul.

-¡Alejate de mi!-Grito dándole un manotazo a la taza y esta acabó estrellada contra la pared.

-Eso no fue amable-Comentó Kassie recogiendo los trozos de losa del piso.

-Tú... No, esto es imposible-Murmuró caminando de un lado a otro y pasando su mano por sus cabellos nervioso.

-¡Dios debe estarme jodiendo!-Grito enojado.

-No blasfemes-Lo reto la chica, él la miró con una ceja alzada.

-Esto es un castigo-Murmuró observándola-Me están castigando por querer matarme-Se auto convenció, Kassie sonrió con ternura-Bien, ya entendí. La vida es valiosa ¡Ya vete!.

-No es así como funciona-Murmuró Kassie saliendo del dormitorio con los restos de aquella vieja taza color azul en sus manos.

Martijn la siguió de cerca, observó cómo tiraba los pedazos rotos de la taza en el cesto de la basura y volvía a poner agua a hervir para un nuevo té.

-Primero debes calmarte.

-Estoy calmado-Comentó entre dientes.

-Bien-Dijo ella sirviendo una nueva taza de té, esta vez en la de color rojo-Toma, te sentirás mejor-Lo animó con una sonrisa.

Martijn tomo de mala gana la taza entre sus manos.

-Estoy muerta-Murmuró, Martijn casi se atraganta con el agua hirviendo-Soy un ángel. Soy tu ángel guardián, Martijn-Comentó con simpleza-Y debo encontrar tu felicidad para ganar mis alas-Susurro.

-Dios debe estarme jodiendo-Murmuró, Kassie frunció el ceño. -Me estoy volviendo loco.

-No-Rió Kassie acercándose a él-Es hora de dormir-Susurro tomándolo de la mano.

Martijn estaba demasiado cansado como para discutir, solo se dejo guiar por la sonriente chica, Kassie lo recostó en su cama como hacía hace tantos años, cuando él era apenas un niño y ella hacía de su niñera, lo arropo y beso su frente.

Descansa-Susurro desde la puerta apagando las luces-Mañana todo será mejor.

Mi Ángel Guardián © | M.GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora