Prohibida (+16)

3. Fiesta y consecuencia

FAITH.

Gruñí molesta al escuchar la melodía de Single Ladies de Beyoncé por cada rincón de mi habitación. Era un fastidio. No contesté la llamada. Tomé la almohada que tenía debajo de mi cabeza y la giré para sentir la parte fría. Era orgásmico. La ahora muy irritante melodía volvió a escucharse en la habitación y me vi obligada a contestar la llamada. Solo existía una persona en todo el mundo que se atrevería a molestarme tan temprano y la mataría sin piedad.

—¡¿Qué?!

—Uy, que humor tan lindo traes hoy. —el sarcasmo brotaba de su voz con naturalidad.

—¿Se puede saber por qué mierda me despiertas a esta maldita hora, Hailee? ¡es jodidamente temprano!

—No me jodas, Faith. Son las casi las cinco de la tarde, así que levanta ese enorme culo que tienes y ve a bañarte, porque desde aquí siento fétido olor a mierda.

—Eso que hueles es tu olor, estúpida perra. ¿Me vas a decir para qué demonios me llamas o no?

—¡Tenemos fiesta hoy!

—Baja la voz, joder. —murmuré aturdida.

—Que gruñona estás, Faith. Te hace falta una buena follada.

—¿A qué hora y dónde será? —ignoré su comentario.

—A las once y será en casa de Cole.

—Hace mucho tiempo que no oía algo sobre ese idiota. Me olvidó.

—Nos olvidó, querrás decir —corrigió—. Me vas a buscar a la vuelta de mi casa como siempre, ¿está bien?

—Si, nos vemos más tarde. —colgué.

Sonreí. Esa perra era irritante, pero era la mejor amiga que alguien podría tener. Me levanté perezosamente de la cama y miré mi rostro en el espejo. Mis ojos estaban hinchados, como los de una persona que lloró por al menos dos noches seguidas. Tenía una horrible línea sobre la mejilla izquierda, la saliva pegada brillaba. Mi cabello estaba alborotado y sabía que sufriría al desenredarlo, era mi consecuencia por no peinarlo antes de dormir.

«Dios mío, que espanto.»

—¡Faith, baja ahora!

Vaya, mi padre aclamando mi presencia, eso era extraño. Quizás era una estupidez para los demás, pero cuando mi padre recordaba que yo existía no era para nada bueno. Dudé antes de salir de mi habitación, cada paso que daba era vacilante porque obviamente no estaba segura de lo que hacía y tenía mis propias razones para sospechar que lo que sea que quería mi padre, arruinaría aún más mi estancia en el planeta. Seguía un poco adormilada por lo que me percate de que continuaba con mi pijama solo cuando mis pies descalzos tocaron el primer peldaño de la escalera. Estaba distraída rascando ambos párpados con mis nudillos por lo que, al abrir los ojos, mi cuerpo se detuvo al instante al igual que mi respiración. Si, era real. Él estaba ahí frente a una Faith Crawford horrorosa, despeinada, adormilada, y recién despertada, sin mencionar que continuaba con aquel diminuto pijama blanco con dibujos de Pokémon.

«Esto debe ser una jodida broma.»

—¿Qué está sucediendo, papá?

—Él es Jason Mackay y trabajará conmigo desde ahora, así que lo verás constantemente rondando por la casa. —anunció como si haber encontrado a ese infame chico le hubiera hecho ganase la lotería.

—Faith Crawford, un gusto. —dije aún de pie sobre el penúltimo escalón.

—El gusto es todo mío. —sonrió burlesco.