IX.- CARTA DE MINA HARKER A LUCY WESTENRA

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Budapest, 24 de agosto


"Mi queridísima Lucy:


"Sé que estarás muy ansiosa de saber todo lo que ha sucedido desde que nos separamos en la estación del ferrocarril en Whitby. Bien, querida, llegué sin contratiempos a Hull, y tomé el barco para Hamburgo, y luego allí el tren. Siento que apenas puedo recordar lo que pasó durante el viaje, excepto que sabía que iba de camino hacia Jonathan, y que, como seguramente tendría que servir de enfermera, lo mejor era que durmiera lo que pudiera... Encontré a mi amado muy delgado, pálido y débil. Toda la fuerza ha escapado de sus queridos ojos, y aquella tranquila dignidad que te he dicho siempre mostraba en su rostro, ha desaparecido. Sólo es una sombra de lo que era, y no recuerda nada de lo que le ha sucedido en los últimos tiempos. Por lo menos, eso desea que yo crea, y por lo tanto nunca se lo preguntaré. Ha tenido una experiencia terrible, y temo que su pobre cerebro pagará las consecuencias si trata de recordar. La hermana Agatha, que es una magnífica monja y una enfermera nata, me dice que desvariaba sobre cosas horribles mientras tenía la cabeza trastornada. Quise que ella me dijese de qué se trataba, pero sólo se persignó y me dijo que nunca diría nada; que los desvaríos de los enfermos eran secretos de Dios, y que si una enfermera a través de su vocación los llegaba a escuchar, debía respetar sus votos. Es un alma dulce, buena; y al día siguiente, cuando vio que yo estaba muy afligida, ella misma suscitó de nuevo el tema, y después de decir que jamás mencionaría sobre lo que desvariaba mi pobre enfermo, agregó: 'Le puedo decir esto, querida: que no era acerca de nada malo que él mismo hubiera hecho; y usted, que será su esposa, no tiene nada por qué preocuparse. No la ha olvidado a usted ni lo que le debe. Sus temores eran acerca de cosas grandes y terribles, sobre las que ningún mortal debe hablar. Yo creo que la dulce hermana pensó que yo podría estar celosa, con el temor de que mi amado se hubiera enamorado de otra mujer.


¡La idea de que yo pudiera estar celosa de Jonathan!. Y sin embargo, mi querida Lucy, déjame susurrarte que cuando supe que no era otra mujer la causa de todos los males, sentí una corriente de alegría por todo el cuerpo. Estoy sentada ahora al lado de su cama, desde donde le puedo ver la cara mientras duerme. ¡Está despertando...!


"Al despertar me pidió su abrigo, ya que quería sacar algo de su bolsillo; le pregunté a la hermana Agatha si podía hacerlo, y ella trajo todas sus cosas. Vi que entre ellas estaba su libreta de apuntes, e iba a pedirle que me dejara verla (pues yo sabía que en ella podría encontrar alguna pista de su mal), pero supongo que debe haber visto mi deseo en mis ojos, pues me dijo que me fuese a la ventana un momento, ya que deseaba estar solo un rato. Luego me llamó y me dijo muy solemnemente:


"Willhelmina (supe que deseaba hablarme con toda seriedad, pues nunca me había dicho mi nombre desde que me pidió que nos casáramos), tu conoces, querida, mis ideas sobre la confianza que tiene que haber entre marido y mujer: no debe haber entre ellos ningún secreto, ningún escondrijo. He sufrido una gran impresión, y cuando trato de pensar en lo que fue, siento que mi cabeza da vueltas, y no sé si todo fue real o si fueron los sueños de un loco. Tú sabes que he tenido una fiebre cerebral, y que eso es estar loco. El secreto esta aquí, y yo no deseo saberlo. Quiero comenzar mi vida de nuevo en este momento, con nuestro matrimonio. (Pues, mi querida Lucy, hemos decidido casarnos tan pronto como se arreglen las formalidades.) ¿Deseas, Willhelmina, compartir mi ignorancia? Aquí está el libro. Tómalo y guárdalo, léelo si quieres, pero nunca menciones ante mí lo que contiene; a menos, claro está, que algún solemne deber caiga sobre mí y me obligue a regresar a las amargas horas registradas aquí, dormido o despierto, cuerdo o loco.


"Y al decir aquello se reclinó agotado, y yo puse el libro debajo de su almohada y lo besé. Le he pedido a la hermana Agatha que suplique a la superiora que nuestra boda pueda efectuarse esta tarde, y estoy esperando su respuesta...

DRACULA (Bram Stoker 1987) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora