X.- CARTA DEL DOCTOR SEWARD AL HONORABLE ARTHUR HOLMWOOD

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6 de septiembre.


"Mi querido Art:


"Mis noticias hoy no son muy buenas. Esta mañana Lucy había retrocedido un poquito. Sin embargo, una cosa buena ha resultado de ello: la señora Westenra estaba naturalmente ansiosa respecto a Lucy, y me ha consultado a mí profesionalmente acerca de ella. Aproveché la oportunidad y le dije que mi antiguo maestro, van Helsing, el gran especialista, iba a pasar conmigo unos días, y que yo la pondría a su cuidado; así es que ahora podemos entrar y salir sin causarle alarma, pues una impresión para ella significaría una repentina muerte, y esto, aunado a la debilidad de Lucy, podría ser desastroso para ella. Estamos todos llenos de tribulaciones, pero, mi viejo, Dios mediante, vamos a poder sobrellevarlas y vencerlas. Si hay alguna necesidad, te escribiré, por lo que si no tienes noticias de mí, puedes estar seguro de que simplemente estoy a la expectativa. Tengo prisa. Adiós.


"Tu amigo de siempre,


JOHN SEWARD"


Del diario del doctor Seward


7 de septiembre. Lo primero que van Helsing me dijo cuando nos encontramos en la calle Liverpool, fue: "¿Ha dicho usted algo a su amigo, el novio de ella?"


-No -le dije-. Quería esperar hasta verlo a usted antes, como le dije en mi telegrama. Le escribí una carta diciéndole simplemente que usted venía, ya que la señorita Westenra no estaba bien de salud, y que le enviaría más noticias después.


-Muy bien, muy bien, mi amigo -me dijo-. Mejor será que no lo sepa todavía; tal vez nunca lo llegue a saber. Eso espero; pero si es necesario, entonces lo sabrá todo. Y, mi viejo amigo John, déjeme que se lo advierta: usted trata con los locos. Todos los hombres están más o menos locos; y así como usted trata discretamente con sus locos, así trate discretamente con los locos de Dios: el resto del mundo. Usted no le dice a sus locos lo que hace ni por qué lo hace; usted no les dice lo que piensa. Así es que debe mantener el conocimiento en su lugar, donde pueda descansar; donde pueda reunirse con los de su clase y procrear. Usted y yo nos guardaremos como hasta ahora lo que sabemos...


Y al decir esto me tocó en el corazón y en la frente, y luego él mismo se tocó de manera similar.


-Por mi parte tengo algunas ideas, de momento. Más tarde se las expondré a usted.


-¿Por qué no ahora? -le pregunté-. Puede que den buen resultado; podríamos llegar a alguna conclusión.


Él me miró fijamente, y dijo:


-Mi amigo John, cuando ha crecido el maíz, incluso antes de que haya madurado, mientras la savia de su madre tierra está en él, y el sol todavía no ha comenzado a pintarlo con su oro, el marido se tira de la oreja y la frota entre sus ásperas manos, y limpia la verde broza, y te dice: "¡Mira!: es buen maíz; cuando llegue el tiempo, será un buen grano."


Yo no vi la aplicación, y se lo dije. Como respuesta extendió su brazo y tomó mi oreja entre sus manos tirando de ella juguetonamente, como solía hacerlo antiguamente durante sus clases, y dijo:


-El buen marido dice así porque conoce, pero no hasta entonces. Pero usted no encuentra al buen marido escarbando el maíz sembrado para ver si crece; eso es para niños que juegan a sembradores. Pero no para aquellos que tienen ese oficio como medio de subsistencia. ¿Entiende usted ahora, amigo John? He sembrado mi maíz, y la naturaleza tiene ahora el trabajo de hacerlo crecer; si crece, entonces hay cierta esperanza; y yo esperaré hasta que comience a verse el grano.


Al decir esto se interrumpió, pues evidentemente vio que lo había comprendido.


Luego, prosiguió con toda seriedad:

DRACULA (Bram Stoker 1987) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora