Ya llevaba tres días de mi reclusión y no pasaba uno en el cual mis padres cada cierta hora tocaban e intentaban abrir, llego el punto en el cual había puesto una silla en la puerta cuando me iba al baño.
Cosa que hacia cuando sabia que no me verían, me avergonzaba de mi misma, solo deseaba dormir y no despertar jamás… “Que infantil era, como si eso fuera arreglar mi machacado corazón”
Yo sabia que esto no llevaría a ninguna parte, que solo era un juego de niños, que al salir de aquí nada se habría solucionado, el seguiría su vida junto a esa… Arggg… Innombrable mujer.
Era una idiota, el amor duele, pero duele demasiado, y mas si era un amor prohibido como el mío, ¿Entonces, Porque deseo recordarle? ¿Por qué simplemente no lo olvido, como haría cualquiera? ¿Es que acaso me había vuelto masoquista? Me gustaba sufrir.
-Sara, Erika esta en la puerta…
Me extraño escuchar un gruñido de mi Madre, y varias pisadas fuertes por la escalera, pero al saber quien había venido, todo signo de ignorancia se esfumo de mi mente, y mas cuando escuche varios golpes en la puerta y amenazas con echarla abajo.
-¡TE JURO QUE COMO NO ABRAS LA PUERTA LA ECHO ABAJO, HAS FALTADO HOY A CLASE, CUANDO SABIAS QUE TENIAS EL EXAMEN DE REPASO DE BIOQUÍMICA, IDIOTA DE LOS COJONES!-Dijo volviendo a golpear, pero como tenia tanta energía ese renacuajo rosa de medio metro mal medido.
Ese pensamiento hizo que una sonrisa se volviese a formar en mi cara, cuando un golpe hizo retumbar el marco, mis padres no harían nada contra ella, podía tirar la casa a bajo que ha ellos solo se le caería la baba…
Me levante de la cama y abrí la puerta cuando la vi a punto de caerse de cara al volver a intentar darle otro golpe con su minúsculo brazo, la agare y su larga melena rosa se nos callo a la cara a ambas, se repuso, colocando su minifalda rosa, y su camisa blanca con un lazo en el hombro, ¿A que no adivináis de que color? Si, rosa.
“¿Es que esta chica tenia una obsesión compulsiva con ese llamativo y pastoso color?”
-Sabes que huele a muerto aquí.-Dijo exagerando una mueca de asco con la cara, para salir corriendo a la ventana y abrirla de golpe, al entrar la luz, y girarse vi como la mueca se intensificaba, yo no dije nada, sabia que me veía horrible, ni siguiera me había cambiado de ropa desde ese día.-Por Dios, ¿cómo te puedes aguantar, chica?
No me dejo decir nada, solo me cogió del brazo para lanzarme directamente al baño, donde caí de culo, al levantarme la vi trasteando con un millón de cosas, y llenando la bañera, si era así ahora, ¿cómo será cuando tenga a sus hijas?
-Deja de mirarme así y empieza a desvestirte, la bañera esta casi llena, o quieres que también lo haga yo.
Me empecé a desvestir y la mire a la cara, se podía apreciar en sus ojos chocolate fijos en el chorro de agua que salía desde el grifo, cierta tristeza y preocupación, éramos amigas de la infancia, amigas hasta mas halla de la muerte, ella era mi otra mitad, y siempre estuvo hay para mi, cuando yo quizás la había fallado en otros momentos de su vida.
Cuando termine de quitarme la ropa, ella se giro y me metió en la tina, parecía un pequeño bebe que no podía hacer nada por si misma, con cuidado me lavo el pelo, y con un peine, empezó a peinármelo, mientras se ponía a tararea canciones que sabia que estaba componiendo sobre la marcha, no dijo nada en ningún momento, y yo se lo agradecí.
Al terminar de peinarme el pelo, salio del baño y me empecé a enjabonar el cuerpo, aun acostada en el agua, no quería salir, desee que por alguna extraña razón me ahogase en aquella bañera, pero al fijarme en la puerta vi que estaba entre cerrada, así que lo mas seguro era que Eri estuviese pendiente de cualquier ruido extraño, o del simple chapoteo del agua.