Sophia es como un poco hermosa.
Cabellera rubia, unos ojazos azules como el cielo y cara definida. Es alta y delgada, como toda una modelo de alta costura.
- ¿No vas a presentarme? -le pregunta la mujer al separarse de los brazos de Maxon con una sonrisa enseñándome sus dientes blancos y perfectos.
El nervio comienza a tomarme y me siento juzgada. La hermosa rubia me observa de arriba a abajo y yo sólo puedo sentirme pequeña a su lado. No tenía problemas de autoestima, pero es que ella realmente era bella. Se veía toda una mujer de dinero, su cabello es tan brillante, rubio y ningún cabello se le levanta.
- Claro -le contesta-. Leah, ella es Sophie. Sophie, ella es Leah.
- Hola, Leah -me dice parada desde la puerta-. Soy Sophia, -lo sabía- la prima de Maxon -pone sus blancos dientes enfrente de mi cara.
¿Es su prima?
¡Es su prima!
Algo en mí se alivia, el ya no sentirme su rival.
- Mucho gusto -le digo extendiendo mi mano con una tímida sonrisa.
Sophia mira mi mano, suelta una risita y de la nada me jala y me abraza sorprendiéndome al instante.
- Eres muy bonita, Leah -me halaga-. Mi primo tiene buenos gustos.
Abro los ojos y rápidamente contesto:
- No -me separo de ella y aclaro-: Sólo soy una... amiga.
No sé si soy si quiera su amiga, pero sí estaba segura que su pareja, ligue o lo que se le ocurra, ¡No! Apenas lo acabo de conocer y un poco tiempo de hablarnos bien, pero hasta ahí y tampoco quería más.
- Ya veo -me contesta divertida-. Amiga -hace comillas con los dedos.
- ¿Dónde está mi padre? -pregunta Maxon a mi lado interrumpiendo los incomodos comentarios de su prima la bella.
- Te está esperando en el sótano con los demás -le responde apartando su mirada de mí-. Será mejor que te apures, ya sabes como son.
- Entonces suelta a Leah de una vez por todas y dejamos pasar.
La rubia pone los ojos en blanco mientras suelta un suspiro y dándole una falta sonrisa le dice:
- Como siempre tan amable, primito.
Sophia me da una última sonrisa y antes de darse la vuelta para entrar me dice en voz baja:
- Amargado.
Me río y asiento. Sí que lo era y aparte grosero y bipolar.
Comienzo a entrar a la casa y el calor me da la bienvenida, Maxon me toma de la mano de nuevo y me conduce hasta el interior.
- ¿Quieres que te guarde tu abrigo? -me pregunta señalando lo que me cubre.
- Claro -le digo comenzando a remover la pesada tela afelpada de mi piel.
Le entrego mi abrigo a Sophie y ésta abre un closet y lo cuelga con un gancho. Le vuelvo a dar las gracias y comienzo a admirar la casa de los padres de Maxon con curiosidad.
La casa es muy bonita. Lo primero que veo son unas escaleras, al fondo un largo comedor. Detrás de éste, hay un sillón largo de tres plazas y dos individuales a los lados color negro, una mesita en medio y a los lados del largo sillón color beige, y con una chimenea de ladrillos rojos decora frente a todo eso. Era un lugar muy acogedor, muy hogareño, no es como imaginé la casa de los padres de Maxon.
ESTÁS LEYENDO
Maldita tentación
RomanceLeah Gandhia, una joven enfermera, trabaja en un asilo de ancianos desde que se mudó a Nueva York en busca de una vida diferente a la que tenía en México, su padre y ella no tienen la mejor relación, y opta por ignorar los reproches de sus amigos y...