La Dama De Cauterets

"¡No vayas! Es peligroso..."

Salgo de mi habitación y recorro largos pasillos sin llegar a donde quiero. ¡Esta casa es inmensa!

Por fin, después del largos paseos por pasillos interminables, sin llegar a mi ansiado destino, doy con el fin del ala Este. Frente a mí, se encuentran las largas escaleras por las que subí hace algunas horas para llegar a mis aposentos. Y, tras ellas, la penumbra envuelve completamente el ala Oeste. Por mi cabeza pasan un millón de pensamientos contradictorios. "¡Ve!", "¡No vayas, podría ser peligroso!", etc.
Aparto todos estos pensamientos de mi cabeza y razono con lógica. Para ello, rememoro mi idea...
" Si Sir. Edgard es un noble que estuvo casado y su mujer falleció, seguro que ella tendría miles de vestidos preciosos para asistir a las fiestas más nobles del país. Por lo tanto, lo más probable es que esos vestidos de gala sigan allí, cogiendo polvo. Alguno de ellos le serviría... Por otro lado, ¿Quién ese lo iba a impedir?"
 

Decido no hacer caso a mi consciencia y me adentro poco a poco en la inmensa penumbra...