El vehículo en el que viajo se detiene frente a la inmensa mansión Owlhens. La puerta de mi lado se abre y una suave y fría brisa me acaricia la piel.
Después, unas manos rozan mis muñecas y se deshacen de las cuerdas que hasta ahora las ataban. La persona se aleja de mí lentamente y se dirige al maletero para sacar mi equipaje.
Es ahí donde veo mi oportunidad.
Salto del vehículo en un desesperado intento de escapar y corro. Corro lo más rápido que me permiten mis cortas piernas.
Freno en seco al casi golpearme de frente con una figura que antes (por culpa de tener mi larga melena enmarañada frente a mis ojos) no logré distinguir.
Ahora me sostengo débilmente en pie frente a la figura alta y esquelética de un hombre que me mira con expresión severa.- Buenas, jovencita, soy su nuevo tutor. Me llamo Sir. Edgard Owlhens, dueño de esta casa que ahora contempla y buen amigo de sus padres. Esa es la razón por la cual está usted aquí. Porque ellos se preocupaban mucho por su estado mental, sobre todo después del incidente. Para facilitar su llegada a esta humilde aldea, he llegado a la conclusión de que lo mejor será celebrar una fiesta de presentación en sociedad. - Fui a contestar pero me interrumpió u me dejó con la palabra en la boca.- No quiero ninguna réplica por su parte, dado que todo esto es por su bien. Así que le agradecería que se acomodase en si nueva habitación y se vistiese con sus mejores galas para la cena de esta noche; que tendrá lugar a las diez. Sea puntual.
-Emm... - Titubeo - De acuerdo.
- Bien. Ahora François la acompañará a sus aposentos para que pueda asearse y de paso le mostrará el gran salón, donde tendrá lugar la cena. Recuerde que de ahora en adelante, este es su hogar; así que tiene total libertad para moverse por la casa, pero ni se le ocurra salir del ala Este, en el ala Oeste habitaba mi difunta esposa y... Pero no quiero hablar de eso ahora. Hasta la noche.
Y sin esperar una respuesta por mi parte, se da media vuelta y se introduce en la casa por una puerta que parece la de servicio.
***
Entro en una habitación mas grande que toda mi antigua casa. François suelta las maletas en la puerta y se desvanece sin decir palabra. Me tumbo en mi nueva cama y me centro en mi problema: No provengo de una familia adinerada y nunca he tenido vestidos elegantes, ¿Cómo se supone que voy a vestir elegantemente sin poseer la ropa adecuada para ello?...
De pronto, se me ocurre una idea.

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La Dama De Cauterets
FantasiEn un recóndito lugar del sur de Francia, Helena descubre una historia ocurrida muchos años atrás que, sin saber como, acaba encontrando una relación ella misma y poniendo en peligro su propia vida.