Kyle
La realidad cayó en mí, como si me hubieran tirado un balde de agua encima, empapándome por completo. Cuando sus brazos se separaron de mí, volví a sentir el mismo vacío de siempre.
Mi mano ardía como los mil infiernos, tan solo si no hubiera perdido mis estribos no pasaría esto, pero ya era demasiado tarde para quejarse. Al principio pensé en si debería ir al médico para que me revisarán la mano, pero decidí que no. Había pasado por tantas cosas que, no se podía comparar con una algo tan semejante como una mano rota, que lo más probable es que necesitara un poco de hielo y punto.
Con la otra mano saqué mis llaves y abrí la puerta de mi departamento. Necesitaba llamar a Mark para decirle que hoy no podría ir a pelear. Le iba a decepcionar, pero yo no podía hacer otra cosa. No podía subir al ring y pelear con una sola mano, sería absurdo. Además estaba con pocas energías, y lo último que quería, era pelear. Saqué mi teléfono y marqué el número de Mark.
—Mark—suspiré—. Hoy no podré ir a pelear-me disculpé, esto no le iba a causar ni una pizca de gracia.
—Tienes que ir Kyle—amenazó—. Ya está todo listo, no puedes echarte atrás ahora.
—Me ha ocurrido un incidente...
—Me lo cuentas después, ahora ven aquí, tienes media hora.
Mierda.
No iba a ir, no podía ir. Era incapaz de asistir así con una mano que posiblemente estuviera rota. Pero ahora no podía negarme, no ahora. Si le hubiera avisado horas antes lo más probable es que no hubiera ido a pelear, pero jamás pensé que sucedería todo esto.
Yo jamás planeé esto, yo no no planeé comportarme como lo había hechó hoy, y lo peor, en presencia de Taylor.
De mala gana cojí mis cosas y salí por la puerta dando un portazo que seguro habría resonado por toda la casa, no le dí importancia.
Hoy no era mi día, realmente hoy no era mi día. Estaba de tan mal humor que podría mandar todo a la mierda para así estar tranquilo de una maldita vez. Porque a veces eso era lo único que pedía, un minuto de paz. Un momento, en el que tan sólo pudiera alejarme de todo. Y una opción muy utilizada por muchos sería el alcohol, cosa que no pretendía tomar nunca, por más ayuda que podría aportarme.
Cuando Taylor me abrazó, sentí algo inexplicable, algo que no había sentido desde hace tiempo. Por un momento me sentí querido, por más ridículo que pudiera sonar.
Pero luego siempre me recibía la realidad, arrebantandome todo, recordando que yo no me merecía todo ese cariño.
Después de llegar al famosísimo callejón, abrí la puerta que estaba a mi mereced, por su puesto, con la mano izquierda.
Entré con la mirada en frente, siendo presente de las miradas penetrantes de las personas. Esquivé un par de cuerpos hasta llegar a la oficina donde supondría que se encontraba Mark.
—Hasta que por fin llegas —rió nada más verme cruzar la puerta.
—No por voluntad propia —bufé mientras me sentaba en uno de los sillones que habían por ahí.
Iba a contestareme pero su mirada dirigida hacia mi mano lo interrimpió.
—¿Que te ha ocurrido?—preguntó, recorriéndose a mi mano lastimada.
—Nada—respondí. Lo ultimo que quería, era recordar la verdadera razón por la que mi mano se encontraba en ese estado. No quería volver a revivir aquella escena nunca más.
—Entonces no hay inconveniente para que no puedas pelear -sonrió mostrando sus dientes—. En cinco te quiero ver en ese ring—y salió, dejándome con la palabra en la boca.
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KYLE ©
ActionEsos ojos culpables no pueden pertenecen a un monstruo, Kyle Obra registrada en SafeCreative Codigo: 1604027133773