Capítulo 9

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Taylor

Siento su cuerpo temblar cuando rodeo su espalda con mis diminutos brazos. Su temblor no se podía comparar con el mío.

Jamás imaginé encontrarme en una situacion como esta, y ahora que estaba viviéndola, no sabía como poder manejarlo. Lo primero que se me había cruzado a la mente cuando lo vi asi de abatido fue en darle un un abrazo. Recuerdo que mi madre siempre me decía que la mejor forma de consolar a una persona cuando estaba mal era darle un abrazo, sin pedir ninguna explicacion, hasta que estuviera preparado para contarte su problema.

Era consciente de que todos los problemas no se iban a solucionar con un simple abrazo, pero sentía que Kyle necesitaba eso, y me alegré al saber que no se separó de mi al rodear su musculoso cuerpo con mis brazos, al contrario, se relajo, que era justamente lo que buscaba, lo que Kyle necesitaba.

Sin darme cuenta mis ojos se posaron en su mano que ya había adquirido un desagradable color morado, todo a causa del estruendoso golpe que le había dado al arbol. El buscaba expulsar su ira, pero haciendose daño no era la mejor opción. Habían mejores formas de expulsar todo lo que sentía dentro sin necesidad de requerir a la fuerza física. A mi cuando me daban ganas de golpear algo siempre recurría a los libros, libros de un género totalmente diferente a lo real, porque eso es lo que buscaba, despejarme de la realidad en la que vivíamos.

Pasaron alrededor de cinco minutos y ninguno de los dos se había movido ni un centímetro. Todo se había vuelto  un completo silencio. Respiraciones, nuestras respiraciones se hacain dueños de este silencio. La noche había caido y gracias a las farolas que iluminaba las ya vacías calles eramos capazes de predominar.

Como decían, todo lo bueno se acababa, y por desgracia el abrazo fue lo que se terminó. Lentamente fui despegando mis brazos hasta que el cuerpo de Kyle fue libre de ellas.

Y por alguna extraña razon me sentí vacía. Quería retroceder en el tiempo hasta el momento en el que aun seguiamos abrazados, pero por desgracía no existían las máquinas del tiempo.

Kyle se giró hasta que quedó frente a mi, nuestras miradas chocaron instantáneamente. Ninguno de los dos parecía querer hablar pero sorpresa mía fue al ver que Kyle rompía el silencio:

—Es tarde—anunció. Su voz estaba calmada, como si lo que acababa de pasar nunca hubiera ocurrido.

—Si...-asentí—. Tu mano esta mal—hice una mueca a la vez que miraba su mano.

—No pasa nada—suspiró—. En pocos días se arreglará.

—Tienes que ir a un médico—ignoré su comentario. Si no recurría a un médico para que observaran su mano podría empeorar la situación y ese "En pocos días se arreglará" se convertiría facilmente en "En pocos días empeorará.

—Te he dicho que esto se arreglará.

Volví a ignorar  su comentario mirando a mi alrededor para situarme, estabamos cerca tanto de la casa de Emma como la de Kyle.

Digo como la de Emma porque esa era mi intención al salir de casa, ir a visitar a la desaparecida de Emma, que no había visto durante estos ultimos días, fueron los peores días de mi vida. Clases que me tocaba con ella me las pasaba sola al igual que a la hora del receso y, sinceramente, echaba de menos a mi mejor amiga. Si ella estubiera aquí conseguíria que mis nervios se aflojaran.

—Vamos—cuando caminó en dirección contraria a  su departamento supe que iba a acompañarme hasta mi casa. Todo el camino se hizo un silencio que en gran parte, agradecí. Nadie quería hablar sobre el tema y tenía el presentimiento de que  tarde o temprano tendríamos que hablar sobre ello.

KYLE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora