I

354 41 8
                                    

A partir de estos días, el salir de la preparatoria es cuestión de unos pocos meses. Y siempre es en esas fechas que, para ayudarlos a afrontar lo que se vendrá en la universidad, se toman cinco semanas para llenarlos con actividades varias en todas sus materias. Para ese momento, la mayoría de los de tercero ya han dejado los clubes de lado y se están dedicando de lleno a la graduación y su próximo ingreso a la universidad.

El evento es sencillo, son ocho clases de tercero y cuatro de estas son avanzadas con un número de estudiantes más o menos similar. Se hacen en parejas, uno de las clases avanzadas y otro de las normales. Aunque hay excepciones a esa pequeña regla.

Sayuri Shiraoka se remueve ansiosa en su sitio mientras escucha como se llevará a cabo el evento. No le gusta la idea; tener que convivir cinco semanas con alguien diferente a su mejor amigo es algo que no cree saber llevar del todo bien, mucho menos trabajando en diferentes actividades. Pero ellos dos, al ser los que tienen las notas más de todos los de tercero, no pueden trabajar juntos porque sería injusto para los demás.

Cuando termina de hablar comienza la calma antes de la tormenta, todos se quedan quietos pensando en quien recurrir. Excepto ese par de amigos, sentados al fondo del salón.

—Es un fastidio, ¿no crees? No conozco a nadie de otras clases, ahora es cuando me doy cuenta de lo triste que es mi vida social—Se ríe de sí mismo antes de sacar su cuaderno de dibujo y comenzar a hacer algún rostro cualquiera de su salón, le gusta capturar expresiones y la más interesante es la de una chica que se ve ilusionada. Seguro porque podrá trabajar con su novio, vaya él a saber.

—Sí la tuya es triste, la mía se murió de depresión hace tiempo.

Ambos ríen ante ello. Esperarán a ver quiénes quedan, ninguno está muy contento con esto. ¿Cuál es el punto de buscar si no conocen a nadie? Con algo de suerte quedan solo ellos dos y pueden trabajar juntos.

Después de la calma, el desastre se desató. Muchos salieron del salón, listos para buscar a quién sea que haya elegido y ver si quiere trabajar con ellos. Sayuri solo los ve irse, quedando solo unos siete contándolos a ellos.

Siendo ese el caso, se coloca los audífonos y comienza a escuchar música, mientras juega ajedrez en su teléfono. No tiene internet por lo que le toca jugar contra la computadora, algo demasiado sencillo. Hasta le aburre, pero no hay nada mejor que hacer.

Su mejor amigo está dibujando, no puede interrumpirlo cuando lo hace.

Se puede decir que los que tienen los promedios más altos son los que se han quedado ahí, viendo pasar la vida en espera de poder trabajar con alguien que no sea de alguna otra clase. Sí, ellos siete son bastante asociales. El silencio es tan grande que pone incomodo al profesor, quien ve el poco interés de sus mejores estudiantes en esa actividad académica.

Pero de todos los ahí presentes ellos son los que más resaltan, no porque su cabello sea de color extravagante o algo similar, es solo que son los más altos del salón.

—Termine—Le muestra el dibujo interrumpiendo la partida de ajedrez de ella, solo le dejó caer el cuaderno sobre los brazos para que lo viera. A ella le da igual que la interrumpa él, así que solo asiente y este lo quita de enfrente para dejarla ganar—. Oh, oh. Chicos vienen.

Ella medio levanta la vista y vuelve a su teléfono, considerando en si iniciar otra partida. La música es lo bastante suave para escuchar lo que se habla, sobre todo con el silencio que inunda el salón. Su cabello negro cae a ambos lados de la cara, de una forma muy desordenada, es como una brocha vieja con las puntas para cualquier lado.

Flores de Madera [Hanamaki Takahiro] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora