La vida despué de él

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Asgard

La chica peliazul estaba de rodillas frente a la estatua de su Dios con las manos juntas a la altura de su pecho.

- Por ultimo quiero pedirte que protejas a Marín y al bebé de Aioria, ayudalo a llegar con bien. - La chica asintió. - Gracias, Dios Odin.

Se levanto del suelo y sacudió su falda de la tierra.

Tocó su pecho en busca del collar que tantas veces le había consolado pero no lo hayo. Una sonrisa surco sus labios.

No podría negarlo, aún le extrañaba pero después de su visita al Santuario se dio cuenta que sus sentimientos - por más que le doliera - estaban de sobra.

Miro al cielo. Los días en Asgard jamás serian cálidos pero aquel aire frío que hacia volar su cabello era prueba de que todo estaba bien.

- Gracias Aioria de Leo.

Santuario

Marín y Shaina estaban sentadas en las gradas del área de entrenamiento.

- Miralos nada más. - Dijo la peliverde. - Ya les hace falta una buena paliza.

Ambas miraban al caballero de Sagitario y al de Acuario fingir una pelea.

- Tantas veces los vimos aquí, Shaina.

- Nuestra vida, Marín, esta divida en dos. - La santia la miró. - Antes y después de ellos.

Las dos regresaron su vista al frente.

Marín tocó el collar que Lyfia le había dado. Podía sentir a Aioria más cerca de ella.

- ¿Cómo está mi niño? - Preguntó Seiya que recién llegaba.

Marín sonrió por debajo de su máscara.

- Haré que te llame tío Seiya. - Le dijo la pelirroja.

Los ojos castaños brillaron.

- O burro con alas. - Dijo en un susurro Shaina.

- Ese Milo. - Se quejo el ex caballero de pegaso. - De verdad tenía que llamarme así.

Las dos santias rieron.

- Me alegra verla felices. - Dijo Shiryu. - Tal vez su felicidad nunca vuelva a ser la misma...

- Pero nos relaja verlas bien. - Completo Hyoga.

Shun también se acerco.

- No-nosotros queremos pedirles algo. - Dijo Virgo.

Seiya se rasco la nuca nervioso.

- Tal vez nosotros no somos sus padres... ¡pero queremos que nos dejen cuidar de ellos y entrenarlos! - Dijo el castaño.

- Los entrenaremos bien. Ayudaremos a que sigan los pasos de sus padres. - Dijo Shiryu.

- Es una promesa. Por las constelaciones que nos vieron nacer como caballeros. - Fue turno del rubio acuariano.

- No las decepcionaremos. - Acabo el peliverde virgo.

Shaina asintió y Marín entendió a que se refería.

La águila y la cobra se quitaron las mascaras.

Los ojos de Marín estaban inundados en sentimientos que terminaban en agua salada. Shaina apretaba sus labios controlando el sentimiento.

- Gracias. - Dijeron los cuatro dorados.

(...)

Los colores del crepúsculo colorearon el cielo del Santuario.

- Caballero de Leo. - Salió de los labios de la santia. - Estarás orgulloso. Seiya lo prometió.

Un resplandor - semejante a la explosión de una estrella - ilumino el cielo que había caído en una rápida obscuridad.

- También te amo. - Le dijo Marín. - Aioria.


La vida después de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora