Lyfia

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Ella le recordaba perfectamente. Uno a uno, cada día.

La sacerdotisa peliazul miraba a la nada, pero mirar a la nada no es no mirar algo... o a alguien.

Sonrió levemente. Cada recuerdo le provocaba aquel gesto.

La valentía de Leo la había cautivado y eso fue sólo lo primero. Luego vino su hermoso rostro y su perfecto cuerpo. Las lágrimas y pesares que soltó cuando la creyeron muerta; pero lo más importante era que él había salvado su tan amado Asgard.

Sin embargo, había dos factores importantes que impedían que ella expresara su amor:

1.- Aioria estaba muerto.
2.- Ella. Marín del Águila.

"- De verdad deberías conocerla Lyfia. Marín es genial."

Cada palabra referida a ella quemaba en lo más profundo de su pecho. Y no es que ellos se conocieran de hace mucho tiempo -era todo lo contrario- pero la representante de Odin se había enamorado.

Su corazón había sido tocado muy profundo.


La noche estrellada que caía sobre Asgard dejaba ver un paisaje hermoso por su ventana.
Lyfia estaba cansada. Tener que vigilar Asgard y a sus habitantes era agotador de mil maneras y si a ello le sumamos el hecho de que las noches se le iban en él... las cosas no mejoraban.

- Me pregunto. - Dijo mientras miraba el firmamento. - Si tú pudieras regresar ¿vendrías a verme?

Sonrió.

"- No me mal entiendas, Lyfia, pero me gustaría ver a Marín una vez más."

Aioria estaba en Asgard gracias a Odin y lo salvaría de Loki. Él lo había jurado. Pero también le hubiera gustado vivir aunque sea el poco tiempo que tenía junto a su novia.

Las lágrimas incontrolables salieron de los azules ojos de la residente de Asgard.

- Haberlo perdido duele tanto. - Le confesó al cielo en un sollozo. - ¿Ella como estará?

Lyfia estaba consiente de que su amor jamás seria correspondido y eso dolía. Pero a aquella que si se le había entregado seguramente le afectaba mucho más.

- Comparto el dolor de tu corazón, Marín del Águila.

La vida después de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora