Romanée-Conti

36 1 2
                                    

Fuimos la botella de vino con la que se celebran las alegrías y en la que se ahogan las penas. De cristal verde. Verde esperanza. Y sí, teníamos la esperanza de que esa botella acabara siendo el hogar de nuestra historia de amor, la que no tuvimos, cuando la transcribieran a un mensaje de los que se envían a través del mar y, sin saber muy bien como, llegan a su destinatario. No fue así. No acabamos siendo más que un amasijo de cristales rotos. Tan contartes que era imposible pegar los añicos sin hacernos más daño. Jamás volvimos a ser aquella botella de vino.
Decían que te fuiste con una mujer muñeca. De esas que son preciosas por fuera pero están huecas por dentro. No pensaba en nada que no fuera superficial... Daba la sensación de que sentía por los ojos. Parecía que si no podía verlo, no existía y si no le agradaba la vista carecía por completo de valor alguno. Todo acabó cuando la pasión quedó agotada.
Rumores y más rumores. Cuchicheos amrillistas. Me cuesta creer que se te subiera tanto a la cabeza la lujuria cuando nunca te gustaron los vacíos. Siempre quisiste volar, acumular experiecias, coleccionar paisajes vistos desde lo más alto del firmamento, tener recuerdos que nadie más alcance... Y con una mujer así, nadie puede descubrir nada más allá de los sentidos. Tú querías ir más allá. Ser un avión de papel pertubando el azul del cielo a medida que lo recorrieras...
Me quedé esperando a que en uno de tus vuelos me divisaras y vinieras a buscarme. Nunca despegaste. Yo solo quería ser la única y la última mujer de tu vida y acabé siendo la primera en tu olvido. Terminé reducida a grises cenizas en tu memoria sin ni siquiera haber sido fuego en tu vida.

¿Será Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora