Las otras flechas de Cupido

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Yo siempre quise verme como tú me ves. Sin embargo, tú nunca te reconociste en el reflejo de mis ojos. Veíamos una realidad tan distinta... Y es que aunque el creyente eras tú, fui yo la que te tomó como religión y convirtió tu cuerpo en templo.

Me habría encantado que hubiésemos bailado con el tintineo de nuestros pedazos danzando al compás. Nunca bailamos. ¿A qué teníamos tanto miedo si ya estábamos rotos?¿A rompernos más?¿A qué se mezclaran nuestros añicos? O quizás nunca bailamos porque Cupido se equivocó con las flechas. En vez de lanzarte una para que enamoraras de mí, te lanzó una que hizo que me olvidaras.

Grité tu nombre en mis noches en un intento desesperado de escapar de tu olvido. Gasté casi tanta saliva, llamándote en la oscuridad, como lágrimas derramé por cada sonrisa que te dibujé.

Perdí la fe de librarme del infierno que era tu olvido, e incluso perdí la fe en ti y en que te enamorases de mí. Y así, fue como dejé de soñarte día a día, de desearte mientras dormía y de amarte a escondidas

¿Será Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora