ocho

23 3 1
                                    



4 de Noviembre, Carolina del Norte.






 

Scarlett





 

Habían pasado tres días ya desde la visita que hicimos con Harry a las carreras clandestinas y no habíamos hablado desde entonces. La verdad ambos estábamos un poco decepcionados, sabia que era muy poco probable toparme con el asesino de mi hermano pero por lo menos tenia una esperanza. Que ahora ya no existe.


Estaba aún más metida en todo esto, ahora tenía más preguntas y estaba aún más confundida. ¿Cómo puede ser que Cameron nunca me haya contado que participaba en carreras ilegales? ¿En qué otras cosas más estaría metido? Me ponía triste pensar que tal vez, no conocía tan bien a mi hermano como yo creía.


Tal vez, el solo se había buscado ese tiro en el pecho, tal vez estaba metido cosas malas. No quería pensar así de mi hermano mayor, del único ser en este mundo que me entendía y me apoyaba. Odiaba sentirme así, pero sentía que no conocía a Cam. Sentía que la persona con la que yo compartía mis días, no era la misma que el resto del mundo conocía. Y eso era muy, muy decepcionante. 


En cuanto a Harry, no podía dejar de pensar en él tampoco. Su extraña actitud de niño bueno me provocaba inquietud. Tal vez él de verdad había cambiado, pero algo me decía que me estaba ocultando algo. Tenía tantas preguntas para hacerle pero no me animaba a formular ninguna, tenía miedo de su respuesta o de la forma en que podría tomárselo.


De pronto, la voz de mi madre interrumpió mis pensamientos.


–Scarlett tenemos que ir a la comisaria nuevamente, prepárate–sin más cerró la puerta y se fue ¿Por qué rayos había que volver a ir allí ahora? No me gustaba ese lugar, me hacía sentir de una forma que no sabía cómo explicar. Pero por supuesto, no era buena.




 
Apenas entramos a la comisaria, el olor característico del lugar inundo mis fosas nasales. Y el sentimiento raro vino a mí.



 Con mi madre nos acercamos a la recepción y ella hablo con el hombre encargado. Este le dijo que deberíamos esperar unos minutos y luego vendría el detective Holland a hablar con nosotras.




 
Tras estar unos cuantos minutos allí sentadas, el detective apareció y nos llevó a su oficina.




 

–Tomen asiento por favor–señalo las dos sillas que estaban frente a él detrás del escritorio.


– ¿Y bien? ¿Qué es lo que sucede ahora? –pregunto mi madre con desgana.



El detective, que parecía bastante sorprendido por la falta de interés de mi madre, habló.


–Bueno, las cite aquí porque ahora todo va de otra cosa. Ya no estamos investigando una desaparición, ahora investigamos un asesinato–sus palabras me provocaron un escalofrió y ganas de llorar me atacaron.




 –Bueno y digame ¿qué podemos hacer por usted? –la forma en que mi madre pronuncio esa simple oración me hicieron dar ganas de vomitar. ¿Enserio estaba coqueteando con el detective Holland? ¡Parecía de mi edad! Y como si no fuera mucho ya, él investigaba el asesinato de su hijo.



 Pude ver como Holland trataba de evitar las ganas de transformar su cara seria a una de "¿enserio?"

The mystery | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora