¿Allie?

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Narra Allie.

Desde aquel día, nada había sido normal. Cada noche, mi transformación era más frecuente, aunque menos dolorosa. Decidí salir cuando mi madre no se encontraba en casa y explorar el bosque, quizás allí encontraría alguna respuesta. Me movía con torpeza, no me había acostumbrado a andar a cuatro patas, pero disfrutaba de cada paseo. No quería cazar, adoraba a cada animal de la tierra, pero algo me decía, quizás mi instinto, que tenía que hacerlo. Dos semanas después, en luna llena, procedí a la primera caza, un conejo. Fue fácil, aunque no me lo comí, lo hizo un zorro hambriento. Me sentía fuerte, ágil, salvaje. 

Lo peor era asistir al instituto. Aquellas miradas hipnotizadas hacia mi ser me molestaban, me molestaba todo aquello. Pensé una vez en el suicidio. No quería ser así, un animal, un tigre. Esa no era yo. Pero decidí aceptarlo, realmente estaría así por siempre. Empecé a aprender a cazar animales más grandes, a pasar desapercibida como antes, y poco a poco todo empezaba a ser normal. Cuando volvía a casa, mi madre me miraba extrañada, me repetía que me encontraba rara, pero yo negaba con la cabeza y entraba en mi habitación. 

Siempre he tenido un mejor amigo, Charlie. En el periodo desde mi transformación hasta su llegada, aún no estaba totalmente segura de mí misma, ni siquiera había hecho mi primera caza. Él se había marchado a visitar a sus padres a Alemania, donde vivía antes de mudarse. Lo primero que dijo al verme fue una simple pregunta, que hizo que mi corazón se desbocara.

-¿Allie?

Él me miró de arriba abajo, más de una vez, y procedió a abrazarme fuertemente, aún extrañado. Empezó a hablar sobre mi gran cambio de aspecto, no paraba de hablar.

-Estás... tan diferente... pareces más alta. Y estás... pareces más mujer. Estás muy hermosa, Allie.

Yo me limité a esconder mi rostro tras mis cabellos, y sonreir tímidamente de forma forzada, a mí no me había gustado aquel cambio. Él me invitó un día a dormir a su casa, como cuando eramos pequeños, pero yo me negué rotundamente, a lo que Charlie le buscó respuestas. Me enfadé con él. Le dije que no podía, que no siempre haría lo que él quería, y tras esto se disculpó profundamente y volvimos a ser amigos como siempre. Una simple pelea.

Después de un mes, la gente dejó de fijarse en mí. Parecía que habían perdido el interés. Me alegré por ello, más que nunca. Pero mi mundo cayó a mis pies cuando un nuevo joven entró en la escuela. Era alto, bastante más alto que yo, quizás llegaba al metro ochenta. No demasiado fornido, ni tampoco demasiado débil. Era un chico guapo. Tenía unas facciones en el rostro al mismo tiempo afiladas y suaves, ojos miel y cabello rubio ceniza. Todas las chicas susurraban del chico nuevo, de lo realmente guapo que era, y él, claramente, echaba su pelo hacia atrás y les guiñaba un ojo, a lo que creo que a ellas le daba un infarto. Me limité a esconder mi rostro detrás de las páginas de mi nuevo libro, y no, no fue como en todos los libros y películas. No le tocó a mi lado. A mi lado estaba una chica un tanto callada, como yo, no hablabamos demasiado. Pelo castaño y ojos grises, tirando hacia un marrón oscuro. 

En aquel instante, en aquel mismo instante, en el momento que había entrado a mi clase, no sabía que iba a cambiar mi vida por completo más de lo que estaba. 

Allie no es humana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora