Moral

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Eva sonríe.

Está apoyada en el radiador, en manga corta, con la mirada fija en la profesora. En cada movimiento que hace.

Sus rodillas están dobladas y está sentada sobre sus gemelos. Escucha atentamente lo que dice Sandra. El corazón le late tan rápido y tan fuerte que casi puede oírlo. Sin embargo, está tranquila.

La clase termina.

—Muchas gracias por vuestra atención, chicos—dice Sandra—. Pasad buen fin de. Hasta la semana que viene.

Pero Eva es incapaz de levantarse y cruzar la puerta del aula. Su mirada sigue fija en Sandra y no termina de hacer su labio inferior sangrar delicadamente a base de morderse y levantarse la piel.

Recorre su cuerpo con la mirada, sin olvidar ni un detalle. Cómo su sujetador puede verse a través de la camisa blanca que lleva puesta, y sus vaqueros, ligeramente bajos, también dejan ver parte de su lencería granate.

Eva pestañea. Abandona el trance en el que estaba sumida y vuelve a la realidad.

Desea poder hablar con ella; tener la valentía suficiente para acercarse y entablar una conversación. Sobre cualquier cosa. Quiere poder profundizar en sus opiniones, conocer sus puntos de vista y oír cómo su voz áspera trata temas sobre los que otros profesores serían incapaces de opinar ante un alumno. Quiere oír su seriedad y su risa, ver las muecas que hace cuando habla y tener la oportunidad de repetirlo. Pero, sobre todo, Eva quiere que Sandra la recuerde. Quiere que se sepa su nombre y la salude por los pasillos. Quiere, sin reparos, ser una de sus alumnas favoritas. Eva quiere, además de estar con ella, ser como ella.

Eva también desea en silencio poder deslizar los vaqueros de Sandra por sus piernas, hacia abajo. Quiere desabrochar su camisa y poder acariciar la piel que esconde debajo. Quiere sentir el calor que siente cuando Sandra se acerca a ella, o cuando dice algo ingenioso, solo que mucho más cerca de su cuerpo. Quiere respirar cerca de la piel de Sandra, para que ella lo note. Quiere tenerla muy cerca y saber a qué sabe su boca.

Eva se levanta, se hace con su mochila y abandona el aula. Tiene en cuenta que hasta dentro de una semana no volverá a tener la oportunidad de volver a contemplar a Sandra tan detenidamente. Sabe que dentro de siete días volverá a plantearse si acercarse a hablar con ella o no, y es perfectamente consciente de que volverá a salir por la puerta que acaba de cruzar sin siquiera intercambiar con ella una palabra.

Abandona el pasillo y baja las escaleras. Camina en silencio por el patio y llega a la puerta de salida del instituto. La cierra detrás de ella y continúa andando.

Saca su teléfono del bolsillo trasero de su pantalón y revisa los mensajes que ha recibido.

Al parecer, tiene noticias nuevas de Judith después de tres semanas sin saber de ella.

"Pásate un rato por mi casa esta tarde, anda. Estoy sola."

Eva levanta la mirada. Deja escapar algo de aire por la boca y sonríe. Apaga el teléfono y lo guarda de nuevo en su bolsillo mientras comienza a andar más rápido, imaginando que si su vida fuese una serie de televisión, la música empezaría justo en ese momento.

Polvo de estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora