Capítulo 3

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Abro la puerta y ahí esta, tan hermosa como siempre.

- Hola... llegaste al fin - me dice mientras camina hacia mí, la tomo entre mis brazos con fuerza.

- Te dije que vendría - toco con mi mano derecha su rostro y siento como se estremece por mi acción.

Ya no lo resisto más y la toma con fuerza y comenzamos a besarnos, simplemente sentir sus labios con los míos es como estar en el paraíso del deseo.

Entonces un ruido nos distrae, y muy protectoramente intento abrazarla pero ella ha desaparecido; como un loco comienzo a buscarla, grito su nombre pero mi voz no sale, estoy atrapado en una densa nube que me rodea, comienzo a correr desesperado por todos lados, pero mis piernas no me responden, cuando de repente escucho una risa, pero no cualquier risa, es la de ella.



Abro mis ojos de golpe, la luz que se cuela por la ventana lastima mis ojos, no puedo creer que después de tanto tiempo allá soñado con ella, voy al baño y me tiro agua en el rostro cuando escucho unos golpes en la puerta de la entrada.

- Hola, buenos días - dijo ella, justo después de abrir la puerta de mi apartamento.

- Hola - alcancé a decir.

En realidad esperaba que ella me entregara las partituras y simplemente se fuera de una vez, no estaba de muy buen humor el día de hoy, y menos después del sueño del que acabo de despertar, sumándole a eso, que se me ha hecho tarde para ir a los ensayos de la obra de teatro y necesito irme ya.

- Ah... Este... -rascó un poco tras su nuca, se veía un tanto inquieta y nerviosa.

- ¿Las trajiste? -dije mientras con un leve movimiento de cabeza señalaba un sobre de plástico que traía entre su cuerpo y su brazo.

- Sí -sonrió un poco aliviada. Con un poco de dificultad, a causa de una gran bolsa que llevaba en las manos, tomó el sobre y me lo entregó-, aquí tienes.

- Bueno, gracias.

Me alejé un poco de la puerta, dando señal de que iba a cerrarla.

- ¡Espera! -dijo colocando su mano en el marco de la puerta.

- ¿Necesitas algo más? -pregunté.

- Lo que pasa es que... Te traje esto -alzó la bolsa que había visto anteriormente-, es para pedirte una disculpa, por lo del café, y eso -continuó y al final bajó un poco la mirada después de entregarme la bolsa.

- No era necesario -dije un tanto sorprendido por sus palabras.

Ella negó. -Claro que sí -dijo mientras me miraba directo a los ojos.

Algo incómodo, desvié la mirada y suspiré.

Tenía que despedirla, yo tenía que irme y...

- ¿Me disculpas un segundo? -dije al sentir el vibrador del móvil en el bolsillo del pantalón.

Ella asintió y se quedó allí parada, observándome mientras contestaba. Con un ademán, le indiqué que ingresara a mi casa, mientras yo hablaba con el director de la obra, no podía dejarla afuera. Noté un leve sonrojo en sus mejillas y entró algo dudosa de ello al departamento, tomando asiento donde le señalé; mientras yo caminaba por toda la sala en el transcurso de la llamada.

Suspiré y di por finalizada la llamada, al parecer ya no era necesario que asistiera de momento a los ensayos. Valeria miraba al suelo mientras jugaba con sus dedos. Me acerqué al sofá más cercano a ella y me senté.

- Y bien... ¿Qué es esto? -pregunté alzando un poco la bolsa en mis manos.

- Ah, pues... -alzó la mirada, dirigiéndola hacia mí- preparé algo de comida para ti, pude haber traído otra cosa, pero al preguntarle a los chicos, ellos me dijeron que sería perfecto que te trajera comida.

La Sombra de LeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora