Capítulo 1

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Me encuentro frente al espejo de cuerpo completo en mi habitación. Mi pelo castaño cae por mis hombros completamente lacio hasta por debajo de mis senos. Mi chaqueta de cuero color marrón está impecable, huele al detergente que mamá siempre usa, me encanta. Debajo de este llevo un bodysuit verde olivo puesto. Mis jeans se ajustan perfectamente a mis piernas haciéndome sentir cómoda encima de mis ballerinas combinadas a mi chaqueta. Observo ahora mi rostro, no llevo maquillaje puesto porque no suelo maquillarme y, me gusta que las personas me vean sin aquella pintura química que la mayoría de las mujeres siempre llevan. Luzco bien. Me siento bien.

–¡_________!¡Baja ya!–. Oigo el grito de mamá desde abajo en la cocina.

–¡Ya bajo!–. Le grito de vuelta.

Agarro mi maleta roja con mi nombre como estampado en ella. Patético. Mamá la había encargado a hacer con mi nombre en ella para que nunca la perdiera. Llevo 6 años con ella y para decir verdad nunca la he llegado a perder. ¿Efectivo? Sí. ¿Patético? También.

Bajo a toda velocidad las escaleras tratando de no darme un matón contra el suelo. Dejo la maleta a un lado de la puerta principal y me dirijo a la cocina, donde están papá y mamá cocinando juntos, lindos. Anabelle, mi hermanita de 13 años está sentada en el comedor con su plato en las narices y otro a su lado. Supongo que el mío.

–¡Buenos días, todos!–. Les doy un beso en la mejilla a cada uno y cuando estoy a punto de acercar mis labios a la mejilla de mi hermana choco contra su mano.

–Ni lo intentes.– Parece enojada y triste, me encojo de hombros y me siento en mi silla a su lado a esperar por el rico desayuno de mamá.

Saco mi móvil de mi bolsillo trasero y lo pongo encima de la mesa.

Mamá viene con sus deliciosos huevos revieltos con jamón y me dan ganas de comérmelo yo solita. Y sin darme cuenta tengo mi mano izquierda dentro de la canasta llena de pan rebanado con mantequilla. Cogo cuatro panes y los dejo sobre mi plato. Me sirvo una buena porción de los exquisitos huevos con jamón de mamá y comienzo a comer. Apenas son las siete y treinta, supongo que estoy a tiempo, aunque ni siquiera sé la hora de entrada. Es mi primer día así que no creo que vayamos a entrar muy temprano.

Más tarde, papá y yo estamos montando las maletas en la parte trasera del auto.

–_________...

–Papá. Sé lo que vas a decir. No necesito que me des una de esas charlas... Ya sabes.–. Afirmo. No necesito que me de una de esas charlas que todos los padres dan. Papá da un suspiro y coge en mano la maleta de Ana y la sube. Aprieta el botón de cierre automático y me mira con sus ojos llenos de preocupación y angustia. –Papá, estaré bien. No va a pasarme nada.

–Lo sé, lo sé. Es solo que...–Coloca sus manos en mi hombro y bufa.–Nada. Ya vámonos, llegarán tarde.

Entramos en el carro y 3 horas después, estamos frente a un gran edificio de ladrillos. Me quito los audífonos y los guardo en uno de los bolsillos delanteros de mis jeans. Suelto una gran cantidad de aire lleno de nervios. En verdad estoy emocionada por entrar ahí y conocer a muchas personas.

–Bien, llegamos.–Dice papá con la angustia aún en su rostro.

Nos bajamos del auto los cuatro. Ana y yo cogemos nuestras respectivos bolsos y comenzamos a andar hacia la entrada del edificio. Me engancho el bolso en el hombro izquierdo y arrastro con la mano derecha mi hermosa maleta roja. Cuando estamos pasando el umbral de la entrada puedo ver como dice en grande London Hills Institute. Yo solo sigo a mis padres ya que estoy en un lugar que no conozco y mis padres ya habían venido, claramente. Veo que una mujer baja, rubia y como de... No lo sé, quizá unos 37 años se nos acerca haciendo sonar sus tacones.

~Mi chico misterioso~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora