Capítulo 1

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Peter Lanzani metió la bolsa, con artículos de mudanza que acababa de comprar, en la parte de atrás de su todo terreno y luego cerró la puerta satisfecho.

-Peter: Una cosa más que puedo tachar de mi lista.
-Agus: ¿Y ahora qué? -preguntó su hermano, sin intentar siquiera contener un bostezo- Espero que algo que involucre una taza de café. De haber sabido que mi ofrecimiento de ayudarte requeriría que me levantara al amanecer, no me habría ofrecido voluntario.
-Peter: Son las diez de la mañana. No podes llamar a eso amanecer.
-Agus: Lo es cuando no te has acostado hasta las cinco de la mañana.
Peter se obligó a no reír entre dientes, ante el tono hosco de su hermano.

-Peter: Quizá deberías haberte acostado antes.
-Agus: Imposible. Éste es mi último semestre en la universidad. Es mi deber quedarme hasta tarde.
Al recordar que, cinco años atrás, él había sentido prácticamente lo mismo, no discutió. Se acomodó las gafas, se apoyó en el vehículo y sacó la lista de las cosas que tenía que hacer del bolsillo de la camisa.
Después de tachar la cinta de embalaje y el plástico protector, dijo:
-Peter: Todavía tengo que pasar por el supermercado...
-Agus: Sí, donde debes comprar café...
-Peter: ... y cerveza y perritos calientes. De paso, recogeremos más cajas vacías. Con una docena debería bastar. Aparte de mi equipo informático, lo único que queda por empaquetar son mis libros, mis CDs, DVDs y algunas cosas de la cocina, aparte de la ropa -suspiró- En dos semanas, dejaré Austell atrás.
Agus enarcó las cejas.
-Agus: Y eso es bueno... ¿verdad?
Peter titubeó, y luego dijo:
-Peter: Claro. ¿Por qué lo preguntas?
-Agus: Porque sonaste raro. Como infeliz o inseguro, o algo así.
-Peter: No, todo está bien. Aceptar el trabajo nuevo y trasladarme a otra ciudad es lo correcto.
¿O no?

Experimentó el extraño nudo en el estómago que surgía cada vez que cuestionaba su decisión de trasladarse. Lo cual era una locura. Claro que dejar Austell era lo correcto.

En los últimos meses había dado la impresión de que su vida había entrado en un curso aburrido y predecible. Faltaba algo... algo que no terminaba de descubrir, pero que lo llenaba de una perturbadora sensación de insatisfacción. Su reciente trigésimo cumpleaños había resultado ser un punto de inflexión, que lo había obligado a reevaluar su vida. Hacer algunos cambios. Probar algo nuevo.

No sólo el prestigioso puesto de dirección, en el departamento de tecnología de la información de Allied Computers, sería un salto cualitativo, sino que estar en un despacho corporativo lo haría salir más. Le daría más oportunidades para una vida social. Lo obligaría a abandonar su rutina.

-Agus: Creo que dejar esta ciudad pequeña será estupendo para ti, hermano -dijo- No entiendo cómo vas a poder tener una vida social aquí -con el brazo abarcó Main Street.
-Peter: Es un desafío -convino. No ayudaba que su actual trabajo como diseñador de páginas web, no lo obligara a salir del despacho que tenía en su casa. En los dos últimos meses, en especial desde que había roto con Nina, o, más bien, desde que Nina había roto con él, fue como si se hubiera convertido en un recluso que sólo se dedicaba a trabajar. Pero todo eso iba a cambiar.

Alzó la vista y contempló las fachadas antiguas de las tiendas bañadas con los rayos dorados del sol. Podía entender que su hermano de veintiún años no viera el atractivo sereno de Austell, aunque Agustín y él eran opuestos en lo referente a las preferencias de vida. Peter siempre había preferido lo tranquilo y Agus había florecido en los entornos de las fraternidades universitarias.
Sí, sería difícil dejar esa ciudad pintoresca con su zona histórica, sus calles silenciosas, su parque bien cuidado y los residentes amigables del lugar donde había vivido los últimos ocho años mientras asistía a la universidad próxima. Austell le había brindado una sensación de permanencia que había echado en falta después de dejar su hogar familiar.
-Agus: Bueno, ¿qué es lo siguiente de la lista? -preguntó- Dímelo ya, antes de que me quede dormido aquí mismo.
Peter observó la lista y apretó la mandíbula.
-Peter: Césped y tierra.
-Agus: Hurra. ¿Y eso para qué es?
-Peter: Supongo que no viste mi patio trasero.
-Agus: No.
-Peter: Considérate afortunado. Otra de las cosas positivas es que tendré vecinos nuevos. Se acabó tratar con Lali Espósito y sus perros locos, que me despiertan a horas intempestivas y a los que les gusta hacer hoyos en mi patio.
Pero en dos semanas ya no tendría que preocuparse de eso.

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