Cuando logre alcanzarte.

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¿Sabes? Estaba muy celoso. A pesar de que nuestros cuerpos fuesen diferentes. A pesar de que logré rebasarte en complexión, me sentía inferior y aterrado de ti. Tú que conocías el mundo. Tú que viajas de un continente a otro sin temor a las gélidas aguas. Tú que enfrentaste a mercenarios. Tú que te opusiste a la corona española. Tú que detuviste al ejército Francés. Tú una pequeña isla que no fue conquistada. Tú que poseíste mis tierras y que te mezclaste con mi gente. A ti quien me cuidó como un hermano mayor, quien me protegió tanto tiempo, lo lamento, pero sólo necesito una excusa para huir de tu poder. Mi querido Inglaterra no puedo depender de lo que sólo ven tus ojos.

A los colonos que he de traicionar, aquellos que aún siguen a la madre patria Gran Bretaña, me temó que tendrán que abandonar este mi hogar.

Inglaterra, quiero aprender más de lo que me enseñas. Inglaterra estoy celoso del poder que tienes. Es tu culpa. Tú me volviste ambicioso y malcriado, es por eso que no te pediré una disculpa, porque oye, tú me debes una también, Oh poderoso imperio Británico.

Lunes, 5 de marzo de 1770

-Pero ¿por qué lo has hecho? ¡Eran nobles Inglaterra! ¡Era gente!-

-Silencio América. Tengo que poner orden. No lo entenderías. Es por el bien de tu gente y la mía.-

-Pero has subido los impuestos de nuevo y es muy absurdo.- Gimoteó, carraspeó y continuó. - ¡Les han disparado Inglaterra! Tu ejército ha matado a cuatro colonos y además...-

-¡América!- Gritó el mayor con semblante duro. -El parlamento británico fue claro, ellos se rehusaron a pagar los impuestos.-

-¿Y la única manera de "controlar" es usando la violencia y el temor?- Cuestionó irónicamente el menor.

-Evidentemente. No permitiré errores. Como tu hermano mayor tengo que evitar que pases por conflictos o golpes de estado.- Tocó el hombro de su compañero con delicadeza. Le sonrió tratando de calmarlo. Era claro que quería cambiar del tema lo más pronto posible. -Escucha si te molesta, hablaré con mi jefe y veremos qué podemos hacer con los impuestos. Por ahora vamos a dormir, estoy muy cansado por el viaje. -

-Si...- Pronunció silenciosamente. Le temblaron los labios por guardarse muchas cosas que tenía que decir. -Inglaterra-Llamó al mayor.

-¿Qué ocurre? ¿Tienes miedo otra vez? ¿Quieres que lance un hechizo de hadas?-

América alzó la mirada para encontrarse con aquellos ojos de esmeralda. La preocupación del mayor era muy notoria.

-No, no es eso. Quería decir que... que lo siento.-

-Oh, América no te preocupes. No estoy enfadado. Lo de hoy olvídalo. Estuvimos justo en un momento no indicado. No podría enojarme contigo.- Atisbó una sonrisa.

Alfred le devolvió el gesto. Todo lo que él hacía, Arthur siempre terminaba perdonándolo. Siempre le dejaba pasar cualquier cosa. Era una debilidad que el británico tenía. Una debilidad que el americano logró tomar a su favor.

América sabía perfectamente que debido a la que guerra que sostuvo Inglaterra y Francia por su custodia, había debilitado económicamente a Arthur. Todas esas leyes absurdas como la del timbre eran para recuperarse de esa perdida.

Eres egoísta Inglaterra. Pensó el joven de ojos azules. Él entendía perfectamente la carga que tenía en sus hombros, debía salvar a su gente, pero ¿y la de él? ¿Qué había de los norteamericanos? La mitad de su gente comenzaba a oponerse a los británicos y la otra mitad le era fiel. ¿Entonces qué debía hacer? América tampoco quería dejar a Inglaterra, adoraba su sonrisa. Adoraba sus canciones de cuna. Incluso el bordaje de su tutor le era esplendido, aburrido, pero al fin de cuentas maravilloso. Pero había algo que le molestaba, y era que, Inglaterra lo trataba como un ignorante. Porque lo era. No conocía ni siquiera las tierras de Arthur, incluso le avergonzaba decir que tampoco conocía perfectamente las suyas. Una muy gran diferencia.

Cuando logre alcanzarte. [UsUk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora