Capítulo 7. Zoe

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A Naelmozed (mi co-autora) por acompañarme en esta aventura <3
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Solo se me ocurre esperar mirando al suelo. Tomo con firmeza mi mochila, sabiendo que no debo descuidarla en ningún momento, dentro podrían estar todas las respuestas, esperando a que yo las lea. Esto podría hacer la diferencia.

  Collins sale de su oficina apresurada, en busca de algo o alguien. Me reprende con la mirada, como si estuviera haciendo algo malo.

  —No creas que me he olvidado de ti, jovencita. En cuanto salgan esos dos, quiero que me esperes tú adentro —se va sin esperar réplica. Caminando con seguridad y al mismo tiempo desconcierto, hacia un destino que desconozco.

  Sollozos llaman mi atención, provienen de la puerta. Un chico y una chica salen de la oficina de Collins. Una chica pelirroja, bajita y regordeta es la que está llorando. El chico que la acompaña, toma su cintura y la hace encararlo. Al parecer, ninguno se percata de mi presencia. Mejor aún, así no tengo que fingir que no estoy fisgoneando.

  —Sabía que esto no podía traernos nada bueno —la chica trata de zafarse de su agarre, pero le es imposible—. ¿Ahora qué vamos a hacer, Cameron?

  —No vas a dejar que ellos ganen ¿o si? —la mira, esperando una respuesta. La chica no reacciona. —Maldita sea Riley, ¡dime algo!

  —¿Qué quieres que te diga? Lo obvio, se acabó —balbucea hecha pedazos, evitando su mirada a toda costa.

  Escudriño en la muñeca del chico. Se puede leer con claridad : 'Jane'. De pronto, su conversación cobra sentido. Amor prohibido.

  —Vámonos de aquí —el chico le insiste. La abraza cuando ve que sus intentos por hacer contacto visual, son fallidos—. Huyamos juntos de este maldito lugar.

  —¿A dónde quieres ir? ¿A los terrenos prohibidos? ¿A Poorsley? Donde sea, será todo igual que aquí.

  Se oyen pasos, y tanto ellos como yo recordamos lo que debemos hacer. Entro veloz a la oficina; acomodo mi mochila a un lado mío, sin perderla de vista, y me siento en la silla de los acusados. Admiro la sala, que no tiene en realidad nada de interesante. Los colores opacos logran que mi nerviosismo aumente en vez de que disminuya. La puerta se cierra y con esto sé que Collins ha entrado. Como reflejo bajo más la manga de mi blusa, de ninguna manera puede enterarse de mi reloj.

  —Dime Zoe —trata de articular una sonrisa, más falsa que mi tranquilidad en estos momentos—. ¿De qué hablaban en aquel salón? Uno de ustedes conocía la clave de acceso, si no me equivoco el señor Abbatelli ha estado en detención últimamente.

  —Me presentaba a su predeterminada, señorita. Eso es todo —respondo, ocultando con facilidad mi intranquilidad.

  —¿Y para eso tenían que esconderse? ¿Necesitaban privacidad para eso, señorita Wright? —alza una ceja mientras está hablando, que lejos de intimidarme me causa gracia. Una voz dentro de mi, grita que me controle, y que no la rete. Otra, en cambio me incita a que lo haga, a que la deje en ridículo y sin evidencias.

  —Yo decía lo mismo, pero Metías es un necio. No lo comprendo a veces —suspiro, tratando de hacer mi mejor actuación. Tiene que creerme, o si no, tendré que exasperarla primero—. Pero, si me disculpa que lo pregunte, ¿no estábamos aquí para hablar de mi reloj?

  Tendré que arriesgarme. Estoy nadando en aguas peligrosas con esa respuesta. Me muerdo la lengua, esperando que mi pregunta no sea mi perdición.

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⏰ Última actualización: May 15, 2016 ⏰

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