Capítulo 6. Daniel

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A los que, a pesar de haberme tardado en actualizar, siguen fieles a esta historia.
Gracias <3
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Trato de enfocar la vista. Siento que me voy a desvanecer en cualquier momento, pero no puedo dejar que suceda. Tengo que luchar por seguir consciente. Necesito pensar en algo para salir de aquí.

   Una vez más estoy metido en un problema gracias a mi padre. ¿Qué rayos le habrá hecho a este hombre?

   Hago fuerza con las manos para zafarme. Es imposible, me tiene atado a una silla con un dispositivo que soy incapaz de describir, jamás había visto algo así. Todo indica que se maneja con algún tipo de control, y que si lo consigo, sería posible liberarme. Trato en vano por varias veces más. Nada. Es como un aparato con algún tipo de mecanismo magnético, que me obliga a quedarme sentado, me atrae, aunque sólo lo siento en las muñecas. Puedo mover mis piernas con total libertad.

Pensando esto, me pongo de pie, pero fallo en mi teoría. La silla está adherida al suelo y no se puede mover en absoluto. Intento varias veces liberarme pero no tengo éxito.

   Ya rendido, pienso en lo que será de mi. En las posibilidades. Si muero, tal vez Alex se de cuenta de mi ausencia y me busque, aunque nunca me pueda encontrar. Nebur no sería tan tonto para dejar la evidencia en cualquier lugar, mi muerte quedaría impune. Por siempre.

   Por otro lado, si me ha dejado hasta ahora ileso, es posible que quiera sacarme información sobre el paradero de William, que evidentemente, no tengo. ¿Por qué estaría aliado con alguien que atentó contra mi vida? La gente es tonta.

   Miro de reojo las letras que reposan vibrantes en mi muñeca. Tal vez me quede por siempre con las ganas de saber a quien pertenece aquel misterioso nombre. Me quedaré con las ganas de saber lo que es conocer el amor y formar una familia. Nunca sabré lo que es vivir en paz y sin la sombra de un delincuente.

Sonrío en la oscuridad, sintiendo como resbalan lágrimas por mi rostro. "Lágrimas de debilidad", diría mi padre. Yo hubiera asentido orgulloso, es mejor ser débil que cobarde. Yo afronto las consecuencias, me pese lo que me pese, de lo que ni siquiera son mis actos; en cambio él, siempre ha huído. Temeroso de lo que le depararía por sus malas desiciones.

El estrépito de la puerta me sobresalta. Gotas de sudor caen por mi cuello. Puedo sentir un cosquilleo peculiar en todo mi cuerpo. Comienzo a sentir miedo, pero a la vez me obligo a relajarme. De pronto, cierro mis ojos y finjo estar dormido.

   El eco de sus pasos retumba cada vez más fuerte en mis oídos. Pensamientos desordenados pasan por mi mente, mientras trato de controlar el temblor de mis manos.

   El impacto de su mano contra mi cara, me toma desprevenido. Una punzada de dolor me hace soltar una maldición en voz alta. Miro con rabia a Nebur mofarse de mi, de pronto parece acordarse de algo y camina hacia una cómoda en la esquina de la habitación, que no había notado hasta ahora.

   Noto un extraño olor, que me recuerda al desagradable hedor del vómito. Lo reprimo, respirando como reflejo por la boca, ya que me produce asco al instante.

   Capto una luz tenue con el rabillo del ojo y mi vista se dirige al pasillo al detectar también, la sombra de una persona. Es una mujer, que parece estar nerviosa. Mis ojos se acostumbran a la luz que la ilumina y de manera inconsciente, hacemos contacto visual por escasos segundos. Quiero alertarla, quiero pedirle ayuda, quiero decirle que esto no puede terminar de esta forma; tanto, que no hago nada después de todo, me paralizo. Además, no me da tiempo, ya que la mujer de mirada impresionante se asusta, y sale apurada corriendo hacia las escaleras. Se dirige fuera del sótano, con una charola en peligro de caérsele de las manos, que es la culpable del repugnante olor.

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