Abro los ojos. Estoy desubicada, en mi vida había pisado este lugar.
Me dicen que me encuentro en Gamurbil...
¿Qué clase de tarados le han puesto ese nombre a este sitio?
¡Y por si fuera poco me dicen que estoy loca!
¿Loca yo? ¡Locos ellos! Que ni me saben vestir... ¿No van y me ponen las mangas de la camiseta para atrás? Pero claro, la loca soy yo.
Y de repente escucho esa voz. Está claro, es ella. La misma que me aseguró que esas pastillitas me ayudarían a encontrar mi paz interior.
Ella y sus discursos hippies... ¡Maldita camella! La creí, ¿quién podía imaginarse que se trataba de una trampa?
Aunque la culpa es mía. ¿Cómo iban a tener ese efecto las dichosas pastillitas cuando estaba aquella chiflada enfurecida a su lado?
A ésta última ya la había visto un par de veces por el pueblo... Tan pronto estaba sonriendo como de mala leche. ¡Qué cambios de humor, chica!
En fin, y decir que estoy aquí por una pastilla...