Hora de comer

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- Por favor, diríjanse al comedor para degustar el menú que se ha preparado - se escuchó desde los altavoces.

No había pensado ni en comer, ¡qué raro en mí! Se ve que los nervios están haciendo de las suyas.

Una señora bajita y regordeta me sacó de mis pensamientos.

- ¡Muy buenas! Sonría, joven ¿qué pasa, no tiene hambre?

- ¿Que sonría? Estoy aquí en contra de mi voluntad... ¿y se supone que aún tengo que sonreír a la gente que me secuestró?

- No puedo creer que hable de un secuestro, qué imaginación - se reía mientras me desataba.

- Otra que me trata por loca... - ¿Por qué me desata?

- ¿Loca? ¡Oh, no! - es obvio que está aplicando el típico 'dar la razón a los locos' - No debe confundir imaginación con locura, señorita.

- Claro, entonces tengo que suponer que me habéis atado y puesto esta asquerosa camisa tan sólo por ser imaginativa. Además, la chica que vi nada más despertar es lo que me ha dicho; que estoy loca.

La señora desdoblaba una muda. Me alegró ver que las mangas tenían una longitud que me gustaba.

- Esas chiquillas... siempre con la misma broma. Se lo comentaré a la jefa de planta. En cuanto a lo otro, pronto se lo aclararán - ¿pronto se lo aclararán? ¿Qué quería decir con eso? - Póngase esta ropa. La esperaré aquí para acompañarla al comedor.

La Vida En GamurbilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora