A mí no me engañas

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La voz se escucha cada vez más cerca. Nervios, muchos nervios; ¿qué malévolo plan estaría tramando ?

Confirmo que es ella en cuanto la puerta se abre. Allí estaba, con esa sonrisa inocente y cara de niña buena. A nadie se le pasaría por la cabeza que estaba ante una traficante en toda regla.

- Buenos días Irene, ¿te sientes cómoda en nuestras instalaciones? Esperamos que te encuentres como en casa.

Como en casa, ni más ni menos. ¿Quién no está atado y con una camisa un tanto incómoda para mi gusto en su cuarto? Cuarto... si es que se le puede llamar así.

- Uy sí, estoy la mar de cómoda - me sorprendió verla confundida; al menos entendía la ironía, chica lista- Déjate de marear la perdiz, anda. ¿A quién pretendes engañar?

- Irene, ¿de qué me habla? Nuestro cometido no es engañarlos.

- Primero: deja de tratarme de usted , chata, que te llevaré tan sólo unos cuatro años. Segundo: es obvio que sabes mi nombre, ¿me dices el tuyo o te conformas con 'tiparraca'? Y tercero: ¿piensas que no me acuerdo de ti y de aquel antro en donde me vendiste la 'pastillita'? No sé qué pretendes con todo esto, pero no voy a permitir que te salgas con la tuya.

- Me llamo Naiara, y no te preocupes, desde ahora voy a tutearte - ¿No sería más bien 'putearte'? -. Me estás confundiendo con otra persona, ésta es la primera vez que hablamos - dijo mientras salía de nuevo al pasillo, dejándome otra vez sola en la odiosa habitación.

Tengo que admitir que lo tenía bien pensado. Negar la realidad dejándome por loca no era una idea tan descabellada teniendo en cuenta en donde me encontraba. ¿A quién iban a creer?

La Vida En GamurbilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora