El comedor es bastante amplio. Hay ocho mesas grandes por toda la sala y en la pared del fondo se puede ver un gran expositor desde donde se elige qué comer.
¿Qué clase de comida servirían en este sitio? Miedo me da...
Carmen, la señora regordeta, me había dejado en la cola ya que debía continuar con su trabajo en el resto de las habitaciones.
Habría una docena de personas mirándome de arriba a abajo mientras fingían comer, estaba claro que era la novedad. Por suerte me atendieron rápido; menos mal, no soportaba la idea de ser el centro de atención.
Me siento en una de las mesas más alejadas para huir de los mirones y poder comer mi ración de tortilla.
- ¡Hola nueva! - ¿Por qué me sacude de esta manera? ¡No me van a dejar ni comer tranquila!
Toda una sorpresa ver que era la chiflada bipolar.
- Me llamo Jessica y... ¡Cantando voy, cantando vengo vengo!
¿Era necesario todo este espectáculo? Supongo que no, pero conociendo sus arranques de ira tan repentinos, creo que lo mejor será llevarme bien con ella.
- Hola, soy Irene - se dibujó una sonrisa falsa en mi cara.
- ¡Ay mi madre, que convulsiono! Éste me quiere matar... Se pone tan guapo para mí, está claro. Perdona bonica, pero podrás disfrutar de mi compañía en otra ocasión, el buenorro me reclama.
Y sin más despareció. No perdí la ocasión, devoré la tortilla. ¡Qué rica! Gamurbil tenía algo bueno: la comida, ¿quién lo iba a decir?
Por suerte había acabado cuando se me acercó. De no haber sido así podría haberme atragantado, no me agradaba su presencia.
- ¿Te gustó la tortilla? - tan sólo la observé, no me apetecía mucho hablar por hablar; y menos con ella - Estoy segura de que no comprendes muchas cosas. Intentaré resolver todas tus dudas, pero para ello vayamos a tu habitación, allí no hay antenas parabólicas - dijo mirando a los de las mesas restantes.