3~ Detención

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- ¡Suélteme, esto es una injusticia! – gritaba mientras nos dirigíamos al salón de detención

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- ¡Suélteme, esto es una injusticia! – gritaba mientras nos dirigíamos al salón de detención.

- ¡Silencio Kate! No puedo creer que hayas peleado con una compañera el primer día de clases, esto es inaudito. – increpó la Sra. Robles al momento de sentarse en su escritorio preferido: "El escritorio de detención", en donde aplicaba tareas ridículamente extensas a modo de castigo.

- Kate, toma asiento. ¡Ya basta de tanto berrinche!

Resignada pero aún enojada decidí escoger un lugar para sentarme y contar una vez más las horas para salir de este calvario, sin embargo, al hacerlo me di cuenta que esta vez tendría compañía, puesto que tres chicas con caras de pocos amigos detenían fijamente su mirada en mí. Estaban sentadas en forma horizontal de frente a la pizarra, una al lado de la otra y al final de la línea una silla vacía esperaba por mí.

Tomé asiento con disimulo y comencé a analizarlas con detenimiento. Comenzando con la primera de la línea, era delgada, piel clara, mucho diría yo, como si pocas veces saliera a darse un baño de sol, cabello largo teñido de negro, pero con las puntas de un tono rojizo, nariz pequeña pero ancha, labios un tanto gruesos, ojos achinados y pómulos pequeños, no olvidando sus uñas naturales que eran bastante largas. Yo no podría mantenerlas así, aunque las dejara crecer toda una vida.

La siguiente era un poco más voluminosa que la pelirroja, pelo castaño oscuro y abundante que le llegaba hasta un poco más debajo de los hombros, piel más bronceada y ligeramente más oscura, nariz fina y pequeña, labios redondos y gruesos y rostro ovalado marcando sus altos pómulos. Y por último la que estaba a mi lado, tenía el pelo ondulado y muy oscuro, casi negro que caía sobre sus hombros, piel más oscura y facciones más destacadas, como sus cejas que estaban muy bien pobladas, pero de forma uniforme, nariz fina y respingada, labios simétricos y gruesos, grandes pómulos y ojos saltones, que adornaban su rostro. En conclusión, eran chicas bonitas pero enojadas que habían hecho algo malo y por eso estaban en detención, al igual que yo.

Confieso que me gustaría mucho saber qué las trajo hasta aquí, a sabiendas de que a mí me castigaron por defenderme de una irritante y molesta Alicia, quien también debería haber venido, aunque es muy probable que esté en la enfermería recibiendo atención por los golpes que le propiné. –sonreí – eso me hace sentir un poco mejor.

- Señoritas. - Dijo al fin la Sra. Robles incorporando su viejo y gastado cuerpo.

En comparación con las descripciones anteriores esta mujer tenía todas las de perder. Lo lamento, pero ser tan mala con los estudiantes la volvió fea, arrugada y decrépita. Aunque también está el hecho de que la Sra. Robles pertenecía al grupo de las maestras antiguas, que todo lo resolvían con una vara fina de madera, ya sea golpeándote en la palma de tus manos o en las piernas y considerando que en sus sesenta y tantos años, llevaba una vida entregada a la enseñanza, brusca, pero siempre maestra.

- Me da gusto que estén aquí. - Y extendió su boca ampliamente en un pobre intento de reír con malicia. Una vista no muy agradable para percibir. - Ustedes cuatro, engendros de Satán, han querido verme la cara de inútil, y han hecho lo que les dio su gana pretendiendo que nadie las vería, pero no les salió bien el numerito, o ¿Qué creen ustedes que soy?

- Una vieja loca, boba y aburrida que al parecer su sueldo como maestra no les es suficiente para vivir y por eso tiene que pasarse el tiempo molestando a otros con sus estupideces que no le hacen gracia a nadie. – interrumpió la pelirroja. Inmediatamente, vi como el rostro de Robles se encendió con furia y con paso apresurado se colocó frente a la pelirroja.

- ¡Ponte de pie insecto! – gritó.

- ¿Que quiere? – ni siquiera se inmutó o hizo esfuerzo alguno por levantarse de su asiento, lo que hizo a Robles enfurecer aún más. Todas nos quedamos sorprendidas y a la expectativa, de cómo terminaría esta disputa.

- Quiero que hagas 20 paginas de caligrafía diciendo "Debo respetar a mi maestra". – se los dije, nadie hace eso en este siglo.

- ¿Y quién dijo que voy a escribirle a usted 20 paginas? – y sacó una lima de uñas de su bolsillo y comenzó a tallarla sobre su dedo índice con suma lentitud.

Eso era precisamente lo que tenía a Robles echando humo por los oídos, la manera descarada con la que no le hacía caso a ninguno de sus mandatos, denigrando completamente su autoridad. Entonces, perdiendo completamente toda la paciencia comenzó a gritar de manera desquiciada, mientras pretendía echarse sobre la pelirroja con furia y tirar de sus cabellos. Ante tal reacción nuestras bocas cayeron abruptamente en plena demostración de shock y la pelirroja extendió rápidamente sus brazos sobre su cabeza para evitar cualquier ataque, sin embargo, los gritos de Robles cesaron de golpe al escuchar la puerta abrirse y aparecer tras ella, la Directora Guzmán.

- Buenos días. - Dijo con voz cortés.

Saben, la Sra. Robles y la Sra. Guzmán eran muy diferentes en algunos aspectos. La Sra. Robles podría bien ser comparada con una de esas brujas de los cuentos de hadas, cabello canoso, verruga en la nariz, ropas largas y anchas y muchas más similitudes que pudiésemos encontrar, pero al hablar de la Sra. Guzmán, tendríamos que dirigirnos a esas películas en donde la villana es una mujer con apariencia joven, aunque su edad ronde por los cuarenta y los cincuenta, estilo formal, pero impecable, cabello rubio, corto y bien cuidado, rostro maquillado con moderación y cuerpo esbelto y atractivo. Pero eso no quita que una sea más buena que la otra, al contrario, la segunda aquí viene siendo la más imponente y peor de las dos.

- Sra. Robles necesito hablar con usted. – y no se dignó tan siquiera en preguntar el motivo del alboroto o cuáles eran las intenciones de Robles. Eso no le interesaba en lo absoluto, por lo que simplemente se dio la vuelta, no sin antes mirarnos despectivamente y murmurar:

- ¡Cuán detestables son!

Ante tal expresión Robles, quien ya se había alejado de la pelirroja, quiso agregar algo parecido, sin embargo, la directora no se lo permitió, más la llamo otra vez haciéndola desaparecer del salón.

- ¿Acaso iba a halarte el cabello esa mujer? – reaccionó la castaña.

- Pero qué atrevida. – secundó la que estaba a mi lado.

La pelirroja, no había hablado otra vez. Actuaba en cierto aspecto como si trataba de ignorar lo recién acontecido, sin embargo, a leguas se notaba su incomodidad y enojo. Fue algo demasiado inapropiado el querer lastimarla y aunque ella no obedeció las palabras de Robles, no había ningún derecho de querer hacerle daño. Y lamentablemente, no teníamos a nadie quien pudiera defendernos, puesto que como se habrán dado cuenta, a Guzmán le importa muy poco lo que los maestros hagan con nosotros, es por eso que teníamos dos opciones: quedarnos sin hacer nada, o tomar carta en el asunto con nuestras propias manos y adivinen cuál opción me gustaba más.

- Tenemos que ponerla en su lugar. Mucho gusto, mi nombre es Kate.

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Algo van a inventar estas chicas... ya veremos qué será.😎😁

¡Gracias por sus lecturas! Nos vemos en el próximo capítulo.

Besos😘😘

Nosotras Cuatro [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora