¡Mmmm... Dormir! Es lo mejor que puede hacer el ser humano. Recargar sus energías en una cómoda cama y abrigado con una manta súper suave, es lo mejor del mundo. Excepto cuando tienes que ir a la escuela y un objeto pequeño interrumpe tu paz. ¡Cómo odio los despertadores! Era el aparato más ruidoso y molesto que mi madre pudo haberme comprado. ¿A qué mente humana se le ocurrió crear esto? ¿O peor aún, por qué mi mamá decidió comprar eso?
Me levante a duras penas de la cama frotándome los ojos y entre al baño a darme una ducha. Al mirarme en el espejo del baño mire mi cabello y estaba hecho un desastre, sin embargo, peinarme no era mi mayor virtud. Mi pelo rubio, bastante ondulado por cierto, no era muy fácil de dominar, así que para salir del paso muchas veces pasaba un cepillo rápido sobre el y listo, o bien si aparecía en mi camino una goma para el pelo no era desaprovechada, este sin duda, no era el caso. Me duché y me vestí rápidamente puesto que mamá ya me gritaba desde la cocina:
- ¡Kate, ven a desayunar, llegarás tarde a clases!
- Si, ya voy mamá. - respondí al instante.
Bajé a la cocina y vi a mamá colocar dos platos en la mesa cuando de pronto me miró fijamente, tratando de encontrar algo, aunque su vista no se despegaba de mi cabeza.
- Kate, ¿Qué es lo que tienes en el cabello? ¿Pretendes ir así a la escuela?
- Mamá, - dije haciendo pucheros al mismo tiempo que me sentaba en la mesa. - no es necesario que me peine, me veo lo suficientemente aceptable para salir. Iré a la escuela, no a un concurso de belleza. - y comencé a devorar todo lo que había en mi plato.
- Cómo digas, luego si te preguntan por ahí no digas que eres mi hija ¿Vale?
- Si, mamá. – Respondí en una carcajada, terminé mi desayuno y me levanté de la mesa. – Ya me voy, te quiero. – y besé su mejilla.
- No te metas en problemas hija. – gritó cuando estaba en la puerta. Intentaré seguir sus indicaciones, pero no prometo mucho.
(...)
Mi escuela no quedaba muy lejos de mi antigua casa, solo a diez minutos, pero recién me mudé a este nuevo vecindario que está más lejos y pues, tenía que caminar un poco más para poder llegar a tiempo al lugar "que me haría una persona eficiente en el futuro" o más o menos así decía la directora de la escuela, la Señora Guzmán, una mujer no muy agradable.
Andaba despacio para conocer este nuevo lugar, sin embargo, una llamada hizo detener mi caminata.
- ¡Ana! ¿Cómo estás? – respondí alegre.
- No tan bien como suenas amiga, llamaba para despedirme. – se instaló un silencio desde la otra línea.
- Pero, ¿Por qué? Pensaba que te irías en el fin de semana como dijiste. ¿Cómo es que te vas ahora? – repliqué entristecida.
- Lo siento, mi mamá adelanto el vuelo a los Estados Unidos porque mi padre nos quiere allá cuanto antes. – pude percibir su tristeza desde aquí.
- Ay Ana, te voy a extrañar muchísimo y ni siquiera nos dieron tiempo a despedirnos.
- Sí, yo también te extrañaré mucho, amiga. Pero te llamaré todo lo que pueda para que siempre estemos en contacto.
Las despedidas hacia tus seres queridos nunca son buenas, pero siempre significan un ciclo nuevo por el cual estas a punto de experimentar. En este caso Ana siempre había sido mi mejor amiga, creo que desde muy pequeñas y desde siempre hemos estado juntas. Hemos mantenido una muy linda amistad y tenemos mucho en común. Esta vez, ella debía viajar fuera del país porque su padre había conseguido obtener su residencia internacional y la de su madre y esta era una maravillosa experiencia que ella iba a comenzar a vivir. Estaba triste en cierto aspecto porque la extrañaría mucho, pero a la vez estaba muy contenta por ella.
- Ten un feliz viaje amiga. No olvides que te quiero mucho. – la escuché suspirar.
- Yo también te quiero. Prometo enviarte fotos.
- Esta bien, adiós. – me quedé pensativa luego de terminar la llamada, lo que hizo acordarme de todas las travesuras que Ana y yo hacíamos cuando teníamos tiempo libre, o sea, a cada rato. Nunca olvidaré lo que le hicimos a un vecino gruñón que teníamos llamado el Señor Pérez.
Cavamos un hoyo a unos pocos centímetros de su casa y en el fondo pusimos pintura vieja. El Sr. Pérez casi no podía ver y como era de esperarse, cayó en el hoyo, que tampoco era muy profundo, creo que le llegaba hasta las rodillas al pobre viejecito. Éramos muy chicas, pero sí que nos burlamos bastante cuando le escuchamos gritar y quejarse por nuestra broma. Pasamos muchos momentos divertidos, sin embargo, mi mamá dijo que nos mudaríamos del barrio, pero de todas maneras nos seguíamos viendo. Y ahí surgió lo de su residencia internacional y entonces ya no había nada que hacer en contra de eso.
Estaba muy feliz por ella, pero me quedaría sola y sin amigas, puesto que mi única amiga era ella y encima de toda esto, tenía que ir a la escuela.
Retiro lo dicho, no estoy para nada feliz.
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Hola❤
Pasé por aquí a hacer algunos arreglos. Si estás aquí por primera vez, considérate bienvenido. Espero que les guste.
Nos vemos en el próximo capítulo.
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Nosotras Cuatro [EN FÍSICO]
Novela JuvenilConocernos fue una casualidad, volvernos amigas, toda una locura pero jamás pasó por nuestras mentes que nuestras vidas terminarían enlazadas en una historia que nos traería aventuras, sorpresas buenas y malas también, secretos y mucho más. ¿Quieres...