5~ Amigas

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- Bienvenidas a mi humilde morada

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- Bienvenidas a mi humilde morada. – durante el camino nos dimos cuenta de que compartíamos el mismo vecindario. Realmente no me fue muy sorpresivo saberlo, puesto que no salía mucho de casa una vez que nos mudamos allí. También descubrí que en la escuela nunca frecuentamos porque no tuvimos ninguna clase juntas, aunque también estaba el hecho de que tenían muy poco yendo a F&G's School - un nombre muy peculiar para una escuela ¿No creen?

Mi casa no era muy grande, ni muy lujosa, pero si acogedora y agradable. No teníamos todos los lujos del mundo, pero no nos sentíamos mal por ello. A mi madre y a mí nos bastaba nuestra mutua compañía y con eso era suficiente. Siempre había sido así, de hecho, fueron pocas las veces que escuché a mi madre hablar de mi papá, por eso, cuando tuve uso de razón y comprendí que él no estaría en mi vida de ninguna manera, me resigné y me acostumbré a ello, porque es normal que todo niño quiera crecer con la figura paterna a su lado, sin embargo, mi mamá se encargó de evitarme tristezas con respecto a eso y que su ausencia no me hiciera daño. Y aunque de vez en cuando añoraba conocer al menos su rostro y saber cómo era, si me parecía a él o no, me aferré a la idea de que mi papá había tomado un largo viaje y nunca más regresaría, metafórica o literalmente.

- ¡Mama, ya estoy en casa! –

- ¿Qué hiciste de nuevo? – escuché desde la cocina. No pude evitar sonreír mientras invitaba a las chicas a acomodarse. Una de las cosas que implica crecer solamente con tu madre, es el hecho de que conoce demasiado bien todas tus andanzas, fechorías o demás, es decir, todas las madres del mundo conocen a sus hijos como la palma de sus manos, o al menos la gran mayoría, pero cuando eres hija única y sólo son tú y tu mamá, hay un nivel de confianza muchísimo más profundo.

- ¿Por qué crees que podría haber hecho algo? – el olor a pollo horneado golpeó mis sentidos con fiera intensidad. ¡Delicioso!

- Porque lo sé, así de sencillo. – dejé un beso en su mejilla mientras ella continuaba cortando algunos vegetales.

- Bueno sí te sirve de consejo, no me escapé de la escuela. – escuché como resoplaba en un intento de querer enojarse. – Tranquila mamá, la directora nos dejó venir a casa. – sonreí.

- Qué atenta de su parte, debe ser una señora agradable. – uf sí, es tan genial que destella brillitos cuando habla. Creo que en mi vida nunca había conocido a una mujer tan amarga como Guzmán. Todas las cosas le parecían desagradables, es más ella odia a todo el mundo, eso es seguro.

- Entonces esta vez te portaste bien. ¡Qué hija tan obediente tengo! – y me echó una mirada de reojo, de esas que aparecen cuando no creen nada de lo que dices.

- Bueno, ese no es el punto ahora mamá. – tomé una fruta de la cesta que estaba sobre la mesa. Se estaba quedando vacía, por lo que luego tendré que comprar algunas cosas. – Quiuieurio prieseurntarte a...

- ¡No hables con la boca llena niña! – tragué lo que tenía con rapidez, lo lamento, pero mi estómago necesitaba suplementos. – Esos no son los modales que te he enseñado. – movió algunas ollas sobre la estufa y se volteó hacia mi limpiándose las manos con un paño.

Nosotras Cuatro [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora