Capítulo 18: "El reencuentro" (Parte 1)

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Draco se pasó las horas dándole vueltas a ese pensamiento. "¿Voy o no voy? ¿La busco o no la busco?". Necesitaba aclarar las ideas. Necesitaba ver a Hermione. Aunque ella no le viera a él. Sólo quería verla de nuevo y convencerse de que seguía siendo real. Que sus besos, sus caricias eran reales. Que todo el tiempo junto a ella había sido real. "¿Dónde puedo encontrar a Hermione? En la biblioteca."

Mientras tanto, la castaña ordenaba los libros. John no había aparecido y, Hermione se temía que no volvería. "La he cagado", pensó con remordimientos. Entonces, escuchó el sonido de la puerta abrirse y un rubio entró por ella. Aunque no era la compañía que esperaba, la chica pensó que era mucho mejor. 

—Draco...—fue lo único capaz de decir. 

—Hermione, tienes derecho a estar enfadada. Pero déjame explicarte...

Sin que él se lo esperara, Hermione saltó a los brazos del chico abrazándole con mucha fuerza. Casi sin darse cuenta, la muchacha estaba llorando. Pero de alegría. Tras los primeros instantes de duda, el chico le correspondió el abrazo. 

Draco sintió de nuevo el tacto de sus delicadas manos en su piel. Aspiró de nuevo la dulce fragancia de sus cabellos. Y, después, sintió el cosquilleo y el sabor de sus labios. Ambos se perdieron entre los aquellos besos. Cuando se separaron, el rostro de la chica se endureció: 

—¿Por qué has vuelto?

—Porque te extrañaba demasiado. No he podido dejar de pensar en ti en estos tres meses...— respondió el chico francamente. 

El chico pudo notar como la respiración de ella se ralentizaba. 

—¿Te quedarás?—preguntó en un tono suplicante. Rápidamente añadió en un tono hiriente:— ¿O volverás a huir?

—Me quedaré. Y quiero ser sincero, Hermione. Me fui porque tenía miedo. Pero no por ti. Tenías razón. Me fui porque tenía miedo de lo que me dijeran mis padres. De lo que dijeran tus amigos "los salvadores". Pero, por favor, dame una última oportunidad. Y te prometo, te prometo, que lucharé con todas mis fuerzas. 

La castaña de verdad que quería creerle, pero no sabía si podría. Ya le había hecho suficiente daño. 

—¿Cómo sé que no volverás a jugar conmigo?

—Déjame demostrártelo—pidió él. 

—¿Cómo?

—Iré con tus amigos, o tú con mis padres. Me da igual. 

—Draco, aún no sé si...—objetó la chica desviando la mirada. Quería estar con él. Pero debía asegurarse.— No sé si volverás a dañarme. 

—Puedes confiar en mí. Por favor. Confía en mí— suplicaba el rubio. 

—Quizá debiéramos empezar esta vez bien. Despacio. Conociéndonos. Y después, ya se verá. 

—¿A dónde vamos primero?

—Primero, yo me quedaré aquí a trabajar. A diferencia de algunos, yo me gano la vida con el sudor de mi frente.

—Hermione, estás embarazada.

—Muy agudo —replicó ella.

—No deberías trabajar.

—No tengo otra... —razonó ella.

—Pues te ayudaré — se ofreció él con determinación.

—¿Tú? ¿Trabajar? ¡Por favor! — se burló la castaña. 

El rubio le hizo caso omiso y recogió los libros que quedaban en la mesa. Mientras tanto, la castaña le contemplaba perpleja. Hermione reprimió una risa.

Corrompiendo a la leona (Dramione) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora