Vete. Corre.

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No frenes mis puños.

Mis nudillos jamás estarán tan rotos como este corazón.

Así que aparta.

No quieras enseñar a frenar a quien ni siquiera sabe conducir.

No quieras cambiar la mente de un ser rebosante de angustia.

Vete. Corre.

Antes de que la tristeza te arroye como si de un tsunami se tratase. Yo tampoco la vi venir, pero a ti todavía puedo salvarte.

Costumbres de personas vacías. [En edición...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora