Capítulo 3

8 1 0
                                    

De camino a casa pequeñas gotas de lluvia caían sobre el parabrisas anunciando que la gran tormenta que habían pronosticado no tardaría en llegar. En la radio sonaba Hello de la gran Adele; no pude evitar cantarla, definitivamente era una de mis canciones preferidas; pero ya había llegado a casa y la canción aún no terminaba, por lo que con el dolor de mi alma apagué el motor para salir de mi amado auto y así poder entrar a mi casa antes de que la lluvia se incrementara. Dentro no había nadie, como siempre, por lo que me dirijo hasta mi dormitorio para dejar mis cosas y cambiarme de ropa.

Muchas veces me siento sola en esta casa, que a pesar de no ser tan grande, se ve muy vacía. Mi padre trabaja todo el día y llega a casa sólo a dormir.

Sin ánimos de cocinar me estiro sobre la cama dispuesta a leer, pero no logro avanzar mucho en mi lectura cuando siento el sonido del timbre, así que sin más me dirijo a ver quien se encuentra tras la puerta. Gran sorpresa me llevo al encontrarme a Agustín con un ramo de flores y una pose despreocupada.

- ¿Qué haces en mi casa? – Dije más que sorprendida.

- Vine a disculparme contigo por todo lo que te he hecho y a invitarte a una cita.

- ¿Qué? Yo... ¿Una cita?

- Si, una cita, esta noche. – Respondió muy seguro.

- Yo... está bien, vamos a una cita... esta noche.

- Bien – Dijo acercándose a mi

- Bien – Respondí estando sólo a milímetros de sus apetecibles labios.

- ¡NATALIA! Ya despierta. Seguro que has dormido toda la tarde - ¿Qué? ¿Dormir? ¡Rayos! De nuevo soñando con el estúpido de Agustín.

No me queda de otra que abrir los ojos para observar a mi papá de pie frente a mí con los brazos cruzados y mirada reprobatoria.

- ¿Qué hora es? – Pregunté desorientada

- Son las 9 de la noche, Natalia – Dijo con un obvio tono de enfado - ¿Cómo vas a hacer para dormir esta noche si ya has dormido toda la tarde?

- Bueno... ¿No duermo? '

- No dormirás más en las tardes, Natalia. Ya verás tu cómo lo harás esta noche pero mañana llegas al colegio a la hora que corresponde, ni un minuto después – Habló y sin más salió de mi dormitorio.

Resulta que como siempre estoy sola en casa, donde no hay mucho que hacer, me quedo dormida cada tarde, aun que suelo despertar más temprano de lo que he despertado hoy.

Lo que en este momento sigue en mi mente y no sé si deba preocuparme, es el sueño que he tenido. Se me hace raro más que nada que haya sido él con quién soñé y no otro; habiendo tanto chico guapo mucho más agradables que Agustín.

Decido prender el televisor con el único propósito de que haya algo de ruido y junto con encender la pequeña lámpara ubicada en la mesita de noche a uno de los costados de mi cama, tomo el mismo libro que estaba leyendo antes de caer dormida. Llevando ya varias páginas leídas, comienzo nuevamente a sentir mis ojos pesados, por lo que dejo el libro en un lugar seguro y me dispongo a apagar el televisor y la pequeña lámpara.

Despierto sobresaltada cuando siento el sol directo en mi cara; rápidamente me pongo de pie, lo que provoca un leve mareo, pero sin perder más tiempo busco con la mirada el reloj notando que quedan sólo 15 minutos para que suene el timbre de entrada. Corro hasta el baño y mientras lavo mis dientes dejo el agua de la ducha correr para que se caliente. En 7 minutos – lo que para mí es tiempo record – salgo de la ducha y corro para poder vestirme, acabando en sólo segundos. Ya lista tomo las llaves de mi auto y emprendo camino hasta el colegio esperando llegar a tiempo. Cabe mencionar que jamás en la vida he llegado tarde al colegio; para muchos (los que saben que existo) soy algo así como una nerd, chica buena y todo eso. No salgo mucho, soy más de estar en casa viendo películas y comiendo chocolate.

Llegué sólo dos minutos tarde, pero por una obra mágica del destino, mi profesor aún no llegaba a la sala, por lo que pude entrar sin problemas.

El resto del día pasó normal, a excepción de que Agustín estaba más cerca de mí de lo que acostumbra, sin embargo, decidí dejarlo pasar, quizás sólo quiere molestar.

Cuando ya había sonado el timbre que indicaba que el día escolar había acabado y yo ya estaba caminando por el pasillo hasta mi casillero siento como alguien toma mi brazo; me doy vuelta y lo veo a él con sus ojos casi penetrando mi alma, su sonrisa de chico malo y sus dedos alrededor de mi brazo.

- ¿Harás algo esta tarde? – Preguntó Agustín con un tono de voz tan seguro como siempre

- Yo... N-No, no haré nada – Contesté más que nerviosa, ¿Por qué me preguntaba eso?

- Bien, nos iremos a comer juntos – ¿Qué?

- ¿Qué? ¿Ahora? - ¿Acaso está loco? Ni siquiera me lo preguntó.

- Si, dijiste que no harías nada, así que vamos, no tienes opción – Dijo soltando mi brazo y comenzando a caminar.

- Espera, iré pero antes debo ir a mi casillero – Dije apuntando con la cabeza al casillero 125.

¡Alto! esto es casi muy parecido a mi sueño de ayer en la tarde, sólo que no llegó a mi casa y no dijo "cita". 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 03, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hasta la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora