*Regalo*

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Robert estaba emocionado y a la vez nervioso, le había hecho feliz volver a ver a Amber. Era una buena amiga pero también veía lo hermosa que se había puesto. Esos pensamientos los alejó inmediatamente de su cabeza ya que sabía que no debía pensar así de una niña. Ya había crecido pero para él seguí siendo aquella chiquilla inmadura y triste de hace años.

Seguía sujetándola de la mano llevándola hasta una esquina y se detuvo antes de doblar, la soltó y la miró con una sonrisa, solo veía el rostro rojo de la chica y quería saber lo que ella pensaba en esos momentos. A pesar de que el rostro de ella no le decía nada en sus ojos podía divisar lo nerviosa que estaba.

- Espera aquí y cierra los ojos, tengo una sorpresa para ti - le dice él con una gran sonrisa divertida. Amber le dio una mirada confusa y él rió - Tranquila, será solo un momento. - le dijo y Amber asintió con la cabeza. - No vallas a hacer trampa, no puedes abrir los ojos hasta que te diga - dice él alejándose mientras Amber obedecía lo que él le había pedido.

Mientras Robert compraba algo en la tienda de la esquina, Amber estaba nerviosa, sus ojos los mantenía cerrados pero prestaba atención a los sonidos que escuchaba y al no escuchar mas que el ruido de la calle se desesperaba. No sabía lo que Robert planeaba pero algo en ella le decía que debía confiar en él.

Después de un momento Robert regresa con ella, se queda mirándola por un momento, se veía tan indefensa, esa piel suave y blanca que le provocaba acariciarla. Esos labios carnosos y rosados que deseaba poner sus labios junto a los de ellas. Ese cabello oscuro y largo que quería sentir esa suavidad que se veía a simple vista.

A pesar de que él quería todo eso no lo hizo, sabía que ella era una niña y no podía pensar de otra manera, no debía tener esos pensamientos hacia ella. Sabia todo eso pero en el corazón no se manda. Se enamora sin aviso alguno, te das cuenta cuando ya estas perdido por otra persona.

Robert salió de sus pensamientos y levantó su mano en la cual tenía dos hermosas rosas.

- Abre los ojos ahora- le susurro él de manera tierna y con una sonrisa en su rostros.

Amber abrió sus ojos lentamente y se quedó sorprendida al ver esas hermosas rosas frente a ella, su rostro se tornó de un rojo carmesí y no sabía que decir.

- Feliz cumpleaños chica de la nieve - comentó él con su bella sonrisa que estaba cautivando a Amber cada vez más.

Amber puso sus manos sobre su boca para cubrirla, estaba realmente feliz. Después de mucho tiempo Amber volvió a llorar. Pero éstas lágrimas no eran de tristeza, al contrario, eran de felicidad. Nadie se había acordado de su cumpleaños y no podía que justamente, Robert, que lo encontró justo ese día, se haya acordado después de tantos años.

- G-gracias... - dijo ella sin poder detener el llanto y tomando las rosas.

Él posó una de sus manos en la mejilla de ella limpiándole las lágrimas que le salían sin control alguno. Robert estaba feliz de verla y saber que lloraba de felicidad hacía que su corazón palpitara más aprisa.

- Deja de llorar, no pensé que unas flores te hallan hecho llorar cuando te veías con un rostro tan frió y calmado. - comentó él intentando calmarla - aunque esas expresiones te hacen bien, dejar salir lo que te atormenta es buena idea. - le dijo sin apartar la mirada de ella.

Ella es como las plantas, si no la cuidan se va a marchitar. Y ahora está marchitada, necesita cuidados para volver a florecer.

Amber detenía su llanto, una sonrisa se dibujó en sus labios dedicada a Robert. Su corazón estaba lleno de felicidad al tenerlo tan cerca y que él haya sido el único que se había acordado de su cumpleaños. Luke era el único que la felicitaba todos los años pero éste año se le había olvidado, o eso es lo que Amber creía.

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