*Amber*

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Una niña con 10 años, viviendo en un pueblo pequeño rodeada de gente humilde. Era una niña alegre siempre estaba sonriendo, a todo el que la saludaba ella respondía con una gran sonrisa en su rostro, corría de un lugar a otro nunca podía quedarse tranquila, su madre y su padre siempre trataban de sentarla en un solo sitio pero ella no se quedaba.

Amber a pesar de que era muy feliz cambio drásticamente, nunca había sentido tanta tristeza cuando escucho a su madre decir que no la quería y luego el repentino accidente donde murieron sus padres, ella no podía creer lo que estaba viendo y no tenía a nadie que estuviera con ella a parte de ese niño llamado Robert que conoció ese mismo día, el la apoyó y la consoló en ese momento a pesar de que no la conocía.

Al día siguiente del accidente ya era año nuevo ella se despertó en el sofá de la sala con una manta cubriéndola y preguntándose qué había pasado, recordó todo y se dio cuenta que nada había sido un sueño, sentía una gran tristeza pero no brotaban lágrimas de sus ojos, es como si sus ojos se hubieran secado el día anterior.

Se levantó del sofá, vio que ya había amanecido y se dirigió a la cocina por un vaso de agua cuando iba a buscarlo observó en el comedor de la cocina que había alguien sentado en una silla con la cabeza y brazos sobre la mesa y se acordó que Robert estaba con ella y de sus palabras – no te dejare sola- pensaba esas palabras que él le había dicho mientras se dirigía a su lado saco una silla y se sentó mirando su rostros mientras dormía.

- ¡Oye despierta! – le dijo ella mientras con sus manos le movía el hombro.

- ¿Qué pasa?- dijo el mientras se levantó de golpe como si se había asustado.

- Ya amaneció- le dijo ella mientras se levantaba de la silla y se dirigía al refrigerador por agua.

- ¿Cómo estás?- pregunto Robert mientras la miraba.

- Bien – le respondió mientras echaba el agua en el vaso y se la tomo.

- Yo me tengo que ir para mi casa, pero te prometo que regresare en la tarde - le decía mientras se ponía de pies – anoche llame a mi padre y le dije que me iba a quedar en casa de un amigo y ya es tiempo de que regrese – dijo poniéndose de pie acercándose a ella.

Amber lo abrazo de la cintura al escuchar que la iba a dejar sola, se había encariñado con Robert en muy poco tiempo.

- No me quiero quedar sola – le susurro posando su cabeza en el pecho de él.

- Volveré pronto pequeña – le dice y le acaricia la cabeza con ternura para tranquilizarla.

Amber asintió con la cabeza y lo dejo ir, al ver que él salió de la casa va a su habitación, se entra a la ducha dejando que el agua tibia caiga sobre ella por un buen rato. Se baña y se pone ropa negra bien abriga, a pesar de que era un niña se hacia la fuerte para no llorar, sabía que sus padres ya no volverían a casa y que se había quedado sola.

Escucha que tocan la puerta, se coloca sus zapatos y baja a abrir, cuando abre ve a su tía Ester y la policía. Ester la mira con una mirada rencor y desprecio, Amber solo baja su cabeza con la vista al suelo. Ester entro a la casa empujando a Amber a un lado seguida del policía. Amber cerró la puerta y los siguió hasta la sala.

El policía se acercó a la pequeña niña y le acaricio la cabeza – Tu tía será tu tutora ahora pequeña – dijo el policía a Amber de manera muy tierna.

Amber miro a su tía, por alguna razón no le agradaba su tía, estaba asustada pero no podía hacer nada.

- Recoge tus cosas que nos iremos inmediatamente para mi casa – le dijo Ester de manera autoritaria.

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