CAPÍTULO 1

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Uno...dos...tres, esos son los disparos que recibió mi padre antes de perder la vida ante tal vergüenza de morir desangrado, no se sabe quien lo hizo, solo que apareció muerto en un callejón donde normalmente los camellos venden mercancía, tampoco se han preocupado mucho por descubrirlo, como si les importase, lo único que aceptan los policías es su ego por saber que están por encima de los demás por el poder que tienen.

Vuelvo a mirarme en el espejo, no pienso describir mi vestimenta, como debéis suponer es toda negra, no es conveniente que una persona vaya a un funeral vestida con un pijama de unicornios azules, que es con lo que me encontraba al recibir la noticia. Por lo que se no he llevado muy bien la muerte de mi padre, puedo ver en mis ojos castaños como toda la alegría, felicidad, deseo de vivir... Se han ido y solo me quedan dos cuencas vacías sin vida.

-¡Evangeline!,¡Maldita zorra, ven ahora mismo!- cierro los ojos con fuerza al oír el grito desgarrador de mi madre, desde esa noche no ha vuelto a ser la misma, se centro a beber y beber, y muy a mi pesar tuve que organizar yo el funeral de mi padre.

En contra de mis deseos y pensamientos bajo a la planta baja, al poner un pie en el primer escalón de la infinita escalera que me separa de mi madre, esta cruje, no voy a decir el nombre de mi madre, no vale la pena, toda ella perdió mi respeto al tratarme de la forma mas horripilante después de la espantosa muerte de David, mi padre.

-Mamá, dime por favor, ¿Que quieres?- mi voz suena cansada, apagada, sin vida, llego al último escalón y giro a la derecha para entrar en el salón, busco con la mirada a mi madre, esta estirada de cualquier manera en el sofá donde un día todos y cada uno de los miembros de esta familia disfrutaba de una de las muchas tardes compartidas juntos, ahora, no queda nada, solo una mujer ebria, y su hija, con ganas de acabar con su vida.

-Tráeme mas de esta mierda-con su dedo indice señala una de las muchas botellas de vodka esparcidas por el suelo, madre mía, cinco minutos sola y ya me la monta.

-Si mamá...

Sin esperar mas me agacho al lado de mi madre, si es que se puede llamar así, recojo las botellas de cristal una por una, hasta que siento un tirón en mi pelo, una mujer en la que un día llamé mamá esta haciendo un intento por arrancarme el pelo de cuajo, los mismos ojos azules inyectados en sangre que me dieron la vida y felicidad por unos años me miran con furia y enfado, en serio no entiendo porque me hace esto.

-¡Tú... por tu culpa esta muerto!- siento una lagrima traicionera bajar por mi mejilla derecha, mama me mira con compasión y tristeza, y durante un segundo se me pasa por la mente que esto se ha acabado, que volveré a ser feliz.

Ese pensamiento se va en cuanto siento la mano de mi progenitora estampada contra la misma mejilla donde otra lagrima se desliza sin ser consciente del dolor provocado por el impacto.

-¡Yo no te he hecho nada!- otra cachetada, la piel de la zona afectada empieza a picar y estoy segura de que ya se ha puesto mas rojo que un tomate.

-¡¿Que no me has hecho nada!?, ¡Nada!- ha empezado a rugir de la furia y me esta matando con la mirada, si solo supiera de este dolor...-. Vas a sufrir tantos golpes como disparos recibió tu padre, ¡Maldita perra!- sus palabras se convierten en un susurro, para dejar paso al segundo rugido del que esta siendo este día.

-No, otra vez no...- mi voz apenas es audible cuando suplico estas mismas palabras-. Hoy es el funeral de papa... y... no quieres que... el mundo se entere de lo que haces... ¿No?- se que podría denunciarla, pero es mi madre, y aunque ya no le mantenga el respeto, sigo pensando que puedo salvarla, volverla ha hacer buena persona...

-Tienes razón- suelta mi pelo, sin cuidado y se levanta, se tambalea un poco y supongo que se va al lavabo a expulsar todo el alcohol que ha consumido-. ¡Pero del castigo no te salvas!

Suelto un sollozo involuntario al escuchar sus palabras, acabo de recogerlo todo antes del funeral, cuando ya todo esta en su sitio, vuelvo a mi habitación y me maquillo un poco la zona de la mejilla, ahora cubierta por un moratón bastante notable, cuando he acabado el intento de tapar la horrible mancha bajo otra vez y cojo la bolsa de basura con las botellas y mi bolso para pagar el funeral.

Fuera hace mas frío de lo esperado y tiemblo un poco, voy en dirección al contenedor de basura, lo abro y echo la bolsa dentro, antes de cerrar la tapa, otra bolsa cae dentro del cubo, giro la mirada y veo a un chico al que no había visto nunca, con el pelo marrón oscuro, y con los ojos verdes mirando-me con una sonrisa plasmada en su rostro, me gustaría saber sonreír así, pero ya no me acuerdo, así que solo tuerzo el rostro en una mueca y el amplia la sonrisa.

-Hola, encantado, me llamo Derek, me parece que soy tu nuevo vecino, he visto arreglando-te en tu habitación, nuestras ventanas conectan.

Su rostro parece el de ángel, y encima parece amable, pero no puedo darme el capricho de enamora-me tengo que cuidar de mi madre. Miro detrás de Derek y veo a un camión de mudanzas justo delante de la casa de al lado, ¿Como no pude darme cuenta de esto?, debería estar tan ocupada vigilando que mama no intentara suicidarse, o matarme, una de las dos.

Vuelvo el rostro hacia la ventana de mi madre y veo que mantiene las cortinas cerradas, dejo escapar el aire contenido y me alegro de que no nos vea ahora mismo. Miro otra vez al tal Derek, esta mirando la ventana con curiosidad, mierda, tengo que distraerlo.

-Uh, encantada, Evangeline, y bienvenidos al barrio por cierto- cierro el cubo de basura y me dirijo al coche, llego tarde al funeral-. Encantada de conocerte, pero ahora mismo llego tarde a un acontecimiento muy importante, para mi- no quiero darle muchas pistas, tampoco quiero conocerlo, no me vendría bien, y seguramente descubriría el secreto bien guardado de mi madre, no puedo permitirlo, no quiero perder-la, es lo único que me queda.

-Tengo que irme, pero ya nos veremos otra vez.

-Tenlo por seguro Evangeline.

Mi nombre dicho por sus labios suena demasiado bien, muevo la mano en forma de despedida y me giro para ir en dirección a mi coche, no se de que marca es, era de mi padre, y al morir el me lo quede yo, mama no esta en condiciones para conducir.

Entro al vehículo sin darme la vuelta ni mirar hacia atrás, no es conveniente hacerme amiga de Derek.

En el funeral nadie dice nada, tampoco espero que lo hagan, es un funeral.

-Ahora Evangeline, la hija de nuestro querido amigo quiere decir unas palabras- niego sin pensar, el padre tose, y se remueve un poco incomodo por la situación-. Entonces alguien mas quiere decir algo...

Nadie habla, nadie levanta la mano, nadie murmura, todo esta en silencio, ¿Es así como quiero recordar a mi padre?, ¿Enterrado a tres metros bajo tierra?, no, nadie quiere, pero es así como lo recuerdo, es así como todos lo recordaremos, como una víctima mas de los miles de asesinatos que hay en el mundo en un día.

Tiro la última rosa bañada en sangre de las otras muchas tiradas por los amigos y conocidos de mi padre, no puedo evitar que un par de lagrimas se me escapen, rápidamente me las seco con el dorso de la mano mientras la caja donde reposa el cuerpo inerte del que antes era mi padre baja por el mismo abujero por donde escapa mi esperanza de volverlo a ver, a el, y a su encantadora sonrisa que siempre respondia.

El Número 3[#Wattys2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora