Sensación 2

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Timbran a la puerta y el sonido hace eco por todo mi apartamento. Sé que eres tú que vienes a buscarme. Me apresuro a recoger mi chaqueta de cuero y mi bolso, te abro la puerta y te lanzas a mis brazos haciendo que el bolso se caiga al suelo. Me aprietas contra ti, lo que bien podrían ser, dos minutos o una eternidad. Y es cuando me sueltas cuando te das cuenta del desastre que has montado.

Me miras con tu sonrisa típica de disculpa y te agachas a recoger el contenido desparramado por el suelo. No sin antes decirme que no me moleste que ya lo recoges tú. Al hacerlo tu falda se sube hacia arriba y no puedo sino ver tu tanga rosa.

Típico - pienso -. Tan típico como tus labios pintados de color rosa chicle o tu super-bolsa de dibujos y estampados. Cuando te levantas del suelo con mi bolso, me pillas mirando hacia tu tanga. Mis mejillas se vuelven de color carmesí y aparto la mirada. Tú sonríes con tu, también típica, sonrisa traviesa y me tiendes la mano. La agarro y salimos las dos de la mano del apartamento.

Por la calle me cuentas lo emocionada que estás por tu nuevo proyecto. Así los llamas «proyectos», aunque nunca pude entender porque no puedes decir pinturas, cuadros, esculturas o dibujos. No, para ti siempre son proyectos.

Tienes un talento tan grande y le pones tanta pasión a tu trabajo que consigues que yo reviva nuestra época en la facultad de bellas artes. Y las muchas ganas que teníamos de cambiar el mundo. Tú, desde luego, lo consigues o lo intentas al menos. Yo, por mi parte, me he rendido. Sigo haciendo bocetos en mi apartamento, pero ya no los mando a las galerías... ¿Para qué? Nadie me entiende y juzga mejor que yo misma.

Por la calle los hombres, y alguna que otra mujer, te miran al pasar. No me extraña, tampoco me incómoda. Eres tú en estado puro, y ni siquiera mi yo más salvaje consigue combatirte y ganarte la batalla por las miradas de la gente. Ni lo intento, ni lo necesito. Me bastas tú.

Caminamos cogidas de la mano por la acera en dirección a una tienda nueva que te has empeñado en enseñarme, dado que dices que tiene mi claro estilo.

Es curioso- Pienso. De todas las personas que han formado o forman parte de mi vida, tú eres la única que puede definir mi estilo, mi esencia... Aquello que me define. Supongo que eso lo dice todo y a la vez no dice nada.

Lo dice todo porque eres la que mejor me conoce y no dice nada de los demás que deberían conocerme. El recuerdo de él viene a mi mente, lo aparto. En este momento solo tú tienes derecho ha ser mi mundo, mi todo.

Hablas de forma enérgica y tiras de mi mano para que acelere el paso. No podría decir de que hablas pero si que tiene que ver con ropa.

Cruzamos un paso de peatones y señalas con entusiasmo una tienda. Me arrastras dentro y empiezas a darme ropa que dices me quedará genial.

Sonrió de forma ladeada, dudo mucho que alguna de estas prendas sean para mí, lo más probable es que me estés dando ropa para las dos. Confirmo mi teoría cuando me arrastras hacia el probador.

Me metes en uno de ellos y entras detrás. Yo estoy patidifusa y tú tan tranquila. Me quitas el montón de ropa, que todavía cargo en las manos, y te empiezas a desvestir.

Te miro atónita. Te quitas el top hacia arriba y me dejas ver una portentosa imagen de tus senos cubiertos apenas por un sujetador de encaje muy fino, como no, de color rosa. La imagen se amplia cuando te mueves hacia abajo para desabrochar la falda que llevas. La desabrochas y dejas que la falda resbale por tus piernas.

Alzas la mirada y me pillas mirando el espectáculo de tu cuerpo desnudo. Esta vez no me sonrojo, esta vez no aparto la mirada; sino que, te miro más intensamente y me acerco poco a poco a ti.

Cuando nuestras caras están a centímetros quebranto la barrera y te beso con pasión.

Me devuelves el beso con ganas y me quitas la camiseta mientras dejas besos en mi cuerpo. Me anticipo y me quito el pantalón apresuradamente.

Me empujas hacia la silla pegada al espejo y me siento. Tú dejas besos descendentes en mi piel. Tengo calor. Llegas a mis bragas y me besas por encima. Me derrito, gimo y me sonríes malvadamente.

Empujas mis bragas hasta el suelo y te ayudo. Metes un dedo y gimo. Tu boca besa mi monte y la lengua juega con mi clítoris.

El orgasmo me cerca y llego agarrando tu pelo rubio. Me apoyo en el espejo frío. Inspiro y expiro. Mi respiración está agitada. Te sientas en el suelo y me miras.

Ambas sabemos que pronto te devolveré el favor.

Pronto más y mejor.
:))

SashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora