Capitulo 1.

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-"Max, Max, ya estas listo, debes hacerlo".

-¿Quien eres?, ¿listo para que?, ¿por que me has estado hablando por varias noches?

-"Sabes quien soy, te he estado esperando, es hora".

-¿De que me hablas? Ya salte de mi mente, salt..

Beep, beep, beep...

Max se levantó sudando, su respiración era agitada, otra vez esa voz le hablaba en sus sueños. Ya llevaba varios días escuchándola pero no entendía el porque ni tampoco quien le hablaba. Volvió a acostarse, volteó y miro su reloj, eran las 5:30 am, ya faltaba poco para amanecer.
En ese momento tocaron la puerta de su habitación. Era su madre, la cual cada día lo hacía para levantarlo y avisarle que debía alistarse para ir a clases.

Toc,toc...

-Max, ya lev...

-Si má, ya estoy despierto, en un rato bajo.

Se escucho un silencio por un momento detrás de la puerta, pero luego su mama le respondió.

-¡Vaya!, esta vez te levantaste a la primera, por fin atendiste la alarma.

Max se quedó callado, sabía el porqué su mamá se había sorprendido, en realidad era muy perezoso a la hora de levantarse temprano. Pero esta vez la alarma no fue quien lo despertó.

Aunque no era la primera noche que se perturbaban sus sueños, prefería no decirle nada, no quería que se preocupara su madre.

Max se termino de alistar, bajo las escaleras que conducían al comedor, en la pared había un "Salón de la Fama". Eran fotos de él y su hermana desde que nacieron hasta ahora, si, una cada año. Siempre que llegaba visita a casa su mama parecía una guía de museo, mostrando cada una. Si para DaVinci la Mona Lisa era una de sus grandes obras, para ella la foto de él en pañales y llorando, era su mayor tesoro.

Al llegar al comedor lo esperaba un plato de cereal, esos de chocolate que tanto le gustaban.
Término de desayunar. Subió a su habitación por su morral, cuando entró, un ave se estrelló contra su ventana. Rápidamente se acercó a ver donde estaba el ave, miro hacia el jardín pero no vio nada, subió su mirada y noto algo raro.
El ave estaba en frente de él, sus alas eran negras, sólo tenía dos plumas rojas, una en cada ala, y una de sus patas tenía un lunar blanco y una pieza de papel.
Ella sostenía su vuelo, con sensación de mirarlo fijo a los ojos. Cuando abrió la ventana, ella salió volando, el siguió su vuelo con la mirada pero se perdió en medio de los árboles del vecindario. Eso le había parecido extraño, pero no le presto atención. Recogió su morral, agarró las llaves de su cuarto y lo cerró. Al bajar, se encontró con su madre en la puerta, se despidió de ella haciendo el sagrado acto de dos besos, uno en la frente y otro en la mejilla, era una tradición familiar.
El día estaba nublado, por eso decidió irse caminado hacia la escuela, en realidad no estaba tan lejos. Mientras caminaba, empezó a reflexionar acerca de las voces que escuchaba en sus sueños, le era difícil entender que ocurría. No era normal tener sueños así, mucho menos que en ellos lo llamaran y le dijeran que había llegado la hora. En ese instante, un ave paso por sus ojos, interrumpiendo su pensamiento, era la misma ave que se había chocado contra su ventana, la reconoció por sus dos plumas rojas, su lunar blanco y la pieza de papel. De nuevo está sostuvo su vuelo delante de él, era como si le quisiera decir algo. Esta vez, sin dudar, decidió acercarse a ella. El ave se sujetó a su mano, el recogió el papel, lo abrió y una corriente fría lo abrazo, quedo petrificado al ver lo que estaba escrito en él.

"Ya no te hablare más por sueños, llegó la hora de encontrarnos".

Max, La Sombra Del Cofre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora